La Máquina de los Juguetes
La princesa Yael estaba muy emocionada. Era su primer cumpleaños y quería celebrarlo con todas sus amigas y sus juguetes favoritos.
Se aseguró de que todo estuviera perfecto para la fiesta: había globos, serpentinas, una gran torta de chocolate y muchas golosinas. Cuando llegaron las invitadas, la princesa Yael las recibió con una gran sonrisa y les mostró todos los juegos que había preparado para ellas.
Jugaron a la rayuela, saltaron en el trampolín y se disfrazaron con los vestidos más bonitos del armario real. Pero mientras las niñas jugaban felices, los juguetes de la princesa Yael no se sentían tan contentos.
Habían sido dejados de lado y se sentían un poco tristes por no ser incluidos en los juegos. "¿Por qué no podemos jugar con ellas?", preguntó Teddy Bear, el oso de peluche preferido de la princesita. "No lo sé", respondió Dolly, la muñeca más antigua del castillo.
"Tal vez piensan que somos demasiado aburridos". "¡Pero eso no es justo!", exclamó Robotix, el robot espacial que siempre buscaba aventuras. "Nosotros también podemos divertirnos". Los juguetes decidieron hacer algo al respecto.
Mientras las niñas seguían jugando afuera, ellos comenzaron a construir una máquina increíble en el taller del rey. Era una mezcla entre un carrusel y un tobogán gigante. La princesa Yael escuchó risas desde adentro del castillo e investigó qué era lo que estaba sucediendo.
Al abrir la puerta del taller, se encontró con una sorpresa increíble: sus juguetes habían creado una máquina de diversión para todos. "¡Esto es genial!", gritó la princesa Yael mientras subía al carrusel-tobogán junto a sus amigas y sus juguetes.
"Gracias por pensar en mí y hacer que este día sea aún más especial". Desde ese día en adelante, la princesa Yael siempre incluyó a todos sus juguetes en sus juegos y aventuras.
Aprendió que no importaba si eran humanos o no, lo importante era el amor y la diversión que compartían juntos. Y así, la princesa Yael vivió feliz para siempre rodeada de amor y amistad.
FIN.