La Máquina del Tiempo de Emma
Había una vez una niña llamada Emma, una pequeña soñadora que vivía en un hermoso barrio lleno de flores y risas. Un día, mientras exploraba el desván de su abuela, Emma encontró un objeto extraño cubierto de polvo: era una antigua máquina del tiempo, ¡con botones de colores y luces brillantes!"¡Wow! ¿Qué será esto?" - exclamó Emma, emocionada.
Cuando apretó el botón rojo, un destello de luz la envolvió y, de repente, se encontró en un mundo diferente: un bosque mágico lleno de árboles danzantes y mariposas que parecían seguir el ritmo de una música que solo ella podía oír.
"¿Dónde estoy?" - se preguntó Emma, mientras veía a un grupo de criaturas divertidas que realizaban una emocionante coreografía.
Estos seres le sonrieron y la invitaron a unirse.
"¡Bailá con nosotros, Emma!" - gritaron al unísono.
Sin pensarlo, Emma comenzó a moverse, y así, una secuencia de diez códigos coreográficos se desbloqueó en su mente, cada uno de ellos con un nombre especial.
**1. La danza del viento:** Emma giró como una hoja que volaba; los árboles susurraban alentándola.
**2. El paso de las estrellas:** Levantó sus brazos, imitando la luminosidad del cielo.
**3. El vals del río:** Se deslizó de lado a lado, sintiendo el suave movimiento del agua.
**4. El salto del conejo:** Con pequeños saltos, Emma hizo reír a todos con sus divertidos brincos.
**5. El giro de la flor:** Se volteó como si fuera una flor que se abría al sol.
**6. El abrazo del oso:** Hizo movimientos fuertes y cariñosos con los amigos del bosque.
**7. La ola del mar:** Alzó los brazos en un movimiento fluido, como si fuera el mar acariciando la orilla.
**8. La risa de la luna:** Se movió en círculos mientras todos reían bajo la luz de la luna.
**9. La marcha del sol:** Caminó firme al compás de un ritmo alegre, llenando de energía a sus nuevos amigos.
**10. El vuelo lejano:** Saltó como si estuviera volando hacia el horizonte.
"¡Eres una gran bailarina!" - le dijeron los seres del bosque, llenos de admiración.
Pero, cuando Emma se sintió feliz, notó que algo faltaba. Extrañaba a su abuela, quien siempre le contaba historias de antaño.
"Quiero volver a casa y recordar esos momentos especiales. ¿Cómo hago?" - preguntó angustiada.
"¡La máquina del tiempo!" - sugirió un sabio búho.
"Sí, ¡puede ayudarme!" - contestó Emma con determinación.
Con un último baile, Emma se despidió de sus nuevos amigos y regresó a la máquina del tiempo.
Ya de regreso en su desván, Emma comprendió que la danza no solo era un arte, sino también un modo de recordar vivencias y conectar con los seres queridos.
"La próxima vez que vea a mi abuela, le contaré sobre mis aventuras. Y bailaré para ella para que nunca olvide lo que vivimos juntas" - dijo emocionada, mientras sonreía con nostalgia.
A partir de ese día, Emma no solo se convirtió en una gran bailarina, sino también en una cuentacuentos. Cada baile era una historia, y cada historia, una forma de recordar.
Así, compartió con su familia y amigos la magia de bailar y de recordar, mostrando que cada paso que dábamos nos conectaba con el pasado.
Y así, cada vez que Emma se sentía nostálgica, sabía que podía acudir a su máquina del tiempo... ¡y bailar la danza del viento una vez más!
FIN.