La máquina del tiempo de la escuela
Era un día como cualquier otro en la Escuela Primaria Arco Iris. Los alumnos estaban entusiasmados porque esa jornada había visita a la feria de ciencia. Todos los trabajos eran fascinantes, pero había un proyecto en particular que llamaba la atención: una extraña máquina del tiempo creada por Anto, un alumno un poco tímido pero muy inteligente.
Los chicos se reían entre ellos mientras observaban la máquina. Era un artefacto lleno de luces y cables, con un letrero que decía "Máquina del Tiempo: ¡Viaja al pasado o al futuro!".
"¿Te imaginás si realmente funciona?" - dijo Juli, una de las compañeras de Anto, con escepticismo.
"Es solo un proyecto para la feria" - respondió Lucas, un amigo cercano de Anto. Pero Anto, que estaba escuchando desde un costado, se acercó y dijo con voz firme:
"¡Yo creo que puede funcionar!".
Los compañeros rieron de nuevo, pero ese día, el destino les tenía preparado algo muy especial. Cuando todos se fueron a casa, Anto quedó en la escuela para ajustar su invento. Sin querer, una de las palancas se movió al golpear la mesa. **¡ZAS! **
De repente, la máquina comenzó a brillar intensamente, y un torbellino de luz los envolvió. Antes de que se dieran cuenta, Anto, Juli y Lucas se encontraron en un bosque frondoso. Se miraron confundidos y en busca de alguna pista sobre dónde estaban.
"¿Dónde estamos?" - preguntó Juli, asustada.
"No lo sé, pero creo que es el pasado. ¡Miren eso!" - dijo Lucas, señalando un montón de árboles con mucha fruta.
"¡Es un manzano! Antes de que haya supermercados, la gente cultivaba sus propios alimentos" - explicó Anto, entusiasmado.
Los chicos decidieron explorar un poco más. Encontraron a un grupo de niños que estaban recolectando manzanas y jugando.
"¡Hola! ¿Quieren jugar con nosotros?" - preguntó uno de los chicos del grupo.
Anto, Juli y Lucas, encantados, se unieron a la diversión. Sin embargo, al rato, notaron que ninguno de los niños tenía un teléfono ni hablaban de videojuegos.
"Es raro, pero me gusta jugar así" - dijo Juli.
Siguieron jugando hasta que la tarde se volvió noche. Anto miró la máquina y recordó que necesitaban volver a casa antes de que sus padres se preocuparan por ellos.
"No sé cómo volver, pero seguro que en algún momento de la historia inventaron la máquina del tiempo" - sugirió Lucas.
Así que decidieron preguntarles a los niños, que resultaron ser muy sabios. Uno de ellos, llamado Mateo, les contó sobre un inventor que vivió en esa época y que soñaba con crear cosas maravillosas.
"A veces hay que ser paciente y probar muchas veces antes de lograrlo" - les explicó Mateo.
Con esa idea en mente, los chicos se despidieron de sus nuevos amigos. Julieta, que había estado pensando durante todo el tiempo, se acordó de un libro que había leído sobre un inventor famoso:
"¡Chicos! Hay que usar la imaginación y trabajar en equipo. Eso es lo que hace falta para inventar algo grande" - dijo con entusiasmo.
Durante el regreso, Anto recordó cómo él había experimentado con la máquina, y preguntó a sus amigos si querían ayudarlo a mejorarla. Todos estuvieron de acuerdo y tras una serie de pruebas y fallos, lograron hacer que la máquina funcionara.
Finalmente, Anto, Juli y Lucas lograron regresar a su tiempo justo a tiempo para la escuela. Con el brillo en sus ojos, vinieron corriendo a contar su aventura, emocionados.
"¡No van a creer lo que nos pasó!" - gritó Anto.
"¡Hicimos un viaje en el tiempo!" - agregó Juli.
"Y aprendimos que se necesita trabajo en equipo para crear algo asombroso" - concluyó Lucas.
Los profesores, aunque escépticos, escucharon la historia con interés. La experiencia no solo unió a los chicos, sino que les enseñó que la creatividad y el esfuerzo pueden llevar a grandes logros.
Desde aquel día, la máquina de tiempo de Anto dejó de ser un simple proyecto de feria; se convirtió en un símbolo de amistad y colaboración, recordándoles a todos que los sueños pueden hacerse realidad cuando trabajas juntos y con pasión.
FIN.