La Máquina del Tiempo en la Escuela



Era un día común en la escuela primaria Manuel Belgrano, cuando un nuevo profesor, el señor Pérez, llegó con una extraña caja negra. Los alumnos estaban intrigados.

"¿Qué hay adentro, señor Pérez?" - preguntó Lila, la más curiosa de la clase.

"Es una máquina del tiempo", - respondió el profesor con una sonrisa enigmática. "Hoy vamos a hacer algo muy especial. Vamos a viajar al pasado y a conocer a algunos personajes históricos. ¿Están listos?"

Los niños gritaron de emoción. Nadie podía creer lo que estaban escuchando.

"¡Sí! ¡Queremos viajar!" - exclamó Rodrigo, saltando de su silla.

"Perfecto, pero antes tienen que elegir a quién quieren visitar", - dijo el señor Pérez mientras abría la tapa de la máquina.

Los alumnos discutieron sobre a quién deberían visitar. Algunos querían ver a Martín Fierro, otros a Eva Perón, y otros a Francisco de Goya. Finalmente, decidieron que irían a conocer a un gran inventor: a Thomas Edison.

"¡Vamos a conocer a Edison!" - gritó Sofía.

El profesor ajustó algunos diales y apretó un botón. Con un zumbido, la máquina comenzó a vibrar y, de repente, un torbellino de luces los rodeó. En un abrir y cerrar de ojos, se encontraron en un taller lleno de extrañas herramientas y artilugios. Allí estaba Thomas Edison, trabajando en su lámpara.

"¡Wow! ¡Es Edison!" - dijo Rodrigo, maravillado.

Edison se dio vuelta y sonrió al grupo de niños.

"¿Quiénes son ustedes y qué hacen aquí?" - preguntó con curiosidad.

"¡Estamos aquí porque queremos aprender!" - respondió Sofía audazmente.

"¡Perfecto! El conocimiento es muy importante. Siéntense y les contaré sobre mis inventos" - les dijo Edison.

Los niños se sentaron en un rincón del taller. Edison les mostró cómo había creado el bombillo y les habló sobre cómo los fracasos son parte del camino hacia el éxito.

"Tuve muchos fracasos antes de lograr la lámpara de luz adecuada. ¡No se den por vencidos! Cada error es una lección", - les aconsejó.

Los niños estaban fascinados. Después de escuchar a Edison, comenzaron a preguntar más.

"¿Cómo hizo para no rendirse?" - preguntó Lila.

"¡Con pasión y determinación! Además, rodearse de personas que te apoyen es vital", - respondió Edison, guiñando un ojo.

De repente, un fuerte ruido los interrumpió. Un grupo de niños traviesos estaban intentando sacar las herramientas del taller. Edison se levantó rápidamente.

"Esos son mis aprendices. A veces también se distraen con las travesuras." - explicó con una sonrisa.

"¡Vamos a ayudarlo!" - sugirió Rodrigo.

Los alumnos corrieron hacia el grupo de niños traviesos y les explicaron por qué era importante respetar el lugar de trabajo.

"Si seguimos desordenando el taller, nunca vamos a poder inventar nada bueno", - dijo Sofía con convicción.

Los niños traviesos, sorprendidos por su espíritu, decidieron ayudar a regresar todo a su lugar.

"Gracias por ayudarme, chicos. Ustedes tienen un gran futuro por delante", - dijo Edison mientras miraba a los niños.

"Es un placer aprender de vos, Edison" - dijo Lila con una sonrisa.

Después de pasar un tiempo con el inventor, el profesor Pérez decidió que era hora de regresar al presente. Todos se despidieron de Edison, quien les dio un consejo más.

"Nunca dejen de investigar y aprender. La curiosidad es el primer paso hacia los grandes descubrimientos." - les dijo, y los niños le prometieron que seguirían su consejo.

De vuelta en su aula, todos estaban emocionados hablando de su viaje.

"¡Fue increíble! ¡Nunca voy a olvidar lo que aprendimos!" - exclamó Rodrigo.

"Y aprender de nuestros fracasos es fundamental", - añadió Lila pensativa.

El señor Pérez sonrió al ver la chispa en los ojos de sus alumnos.

"Recuerden, chicos, la historia nos enseña mucho, pero siempre debemos ser curiosos y seguir aprendiendo cada día".

Así, aquel día en la escuela no solo viajaron en el tiempo, sino también aprendieron que la perseverancia y el trabajo en equipo son fundamentales para alcanzar sus sueños. Volvieron a sus casas con una nueva visión del mundo y listos para seguir explorando todo lo que la vida les podía ofrecer.

FIN.

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