La Máquina del Tiempo en la Vieja Escuela



Era un día soleado cuando Benjamín y Valentina decidieron explorar la vieja escuela abandonada donde habían pasado su infancia. La nostalgia los llevó a regresar al lugar donde habían jugado y aprendido.

Al entrar, el polvo cubría las ventanas y las paredes estaban llenas de grafitis. La emoción recorrió el cuerpo de Benjamín al escuchar un crujido tras una puerta entreabierta.

"¿Escuchaste eso?" - preguntó con voz temblorosa.

"Sí, pero no hay nada que temer. Vamos a mirar" - respondió Valentina, con su característico optimismo.

Al asomarse, encontraron un viejo laboratorio lleno de equipos olvidados. En el centro había una extraña máquina con luces parpadeantes.

"¿Qué creés que es eso?" - preguntó Benjamín, con los ojos abiertos como platos.

"Parece una máquina del tiempo" - contestó Valentina intrigada. "Vamos a averiguarlo".

Los chicos comenzaron a manipular los botones, sin pensar en las consecuencias. De repente, la máquina comenzó a vibrar y un rayo de luz los envolvió. Cuando se dieron cuenta, ya no estaban en la escuela, sino en otro lugar: un jardín lleno de criaturas mágicas y colores jamás vistos.

"¡Mirá!" - exclamó Valentina. "¡Son hadas!".

"¿Qué hacemos aquí?" - dijo Benjamín, algo asustado.

Una pequeña hada se acercó a ellos. Tenía alas brillantes y una risa contagiosa.

"¡Bienvenidos! Soy Lila, y ustedes han llegado a la Tierra de los Sueños. Pueden regresar a su tiempo, pero primero deben resolver tres desafíos" - dijo con una sonrisa.

"¿Desafíos?" - preguntó Benjamín, preocupado.

Lila explicó que cada desafío los haría aprender sobre valores importantes como la amistad, la valentía y la creatividad. Decididos a regresar a casa, los chicos aceptaron.

Primero, debían ayudar a un grupo de animales que estaban perdidos. Benjamín utilizó su ingenio para hacer un mapa con hojas, mientras que Valentina animaba a los animalitos, recordándoles que no se rendieran. Juntos, lograron reunir a los animales y llevarlos a su hogar.

"¡Eso fue genial!" - dijo Valentina, riendo. "Lo hicimos juntos".

"Sí, y aprendimos que la amistad es fundamental" - agregó Benjamín, sonriendo.

Para el segundo desafío, tenían que construir una casa para un pájaro herido. Con creatividad, encontraron ramas y hojas, demostrando que trabajar en equipo les permitió crear algo maravilloso.

"¡Mirá cómo se mueve! Creo que le gusta" - exclamó Valentina.

"¡Y lo mejor es que nosotros lo hicimos!" - respondió Benjamín, feliz.

Por último, se enfrentaron a su mayor reto: un dragón que estaba triste porque nadie le hablaba. Los chicos se acercaron y en lugar de tenerle miedo, decidieron ser valientes.

"¡Hola, dragón!" - saludó Valentina. "¿Por qué estás triste?".

El dragón, sorprendido, les contó que se sentía solo. Con empatía, Benjamín y Valentina le ofrecieron su amistad, prometiéndole que lo visitarían siempre que pudiera.

"¡Qué valiente!" - dijo el dragón emocionado, poniendo su enorme pata en señal de unión.

Después de completar los desafíos, Lila apareció nuevamente.

"Han demostrado habilidades valiosas. Ahora, pueden regresar a su hogar" - dijo la hada.

"Esperá, Lila. Antes de irnos, ¿podríamos visitar de nuevo?" - preguntó Valentina entusiasmada.

"Claro que sí, pero siempre que lleven amor y amistad en sus corazones" - respondió Lila.

Con un nuevo brillo en sus ojos, Benjamín y Valentina volvieron a entrar en la máquina del tiempo. En un parpadeo, regresaron a su antigua escuela, llenos de nuevos recuerdos y enseñanzas.

Desde aquel día, los amigos nunca dejaron de explorar y aprender, recordando que cada aventura trae consigo una oportunidad para crecer.

Fin.

FIN.

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