La Maravillosa Aventura de Santi y la Verdad
Había una vez en un pequeño barrio de Buenos Aires, un niño llamado Santi que amaba explorar. Tenía una curiosidad insaciable y siempre se metía en aventuras. Un día, mientras jugaba en el parque, encontró un viejo mapa escondido entre unos arbustos.
"¡Mirá esto!" - exclamó Santi, mostrando el mapa a su amiga Lola, que también estaba jugando cerca. "Parece un mapa del tesoro. ¡Vamos a seguirlo!"
Lola, siempre cautelosa, respondió: "No estoy tan segura, Santi. ¿Y si es solo un dibujo?"
"Pero también podría ser real, ¡y podríamos encontrar un tesoro!" - insistió Santi con emoción. "No hay nada que perder."
Entonces, decidieron seguir el mapa. Les llevó a través de túneles de árboles, sobre un puente de madera y hasta la colina detrás de la escuela. Sin embargo, a medida que seguían el camino, Santi comenzó a sentir que algo andaba mal. Ya no solo se trataba de la aventura, sino de un importante secreto que había descubierto: una pequeña caja llena de monedas antiguas que alguien había perdido.
"Mirá, Lola, esto es increíble!" - dijo Santi, su voz llena de asombro.
"¡Guau!" - respondió Lola. "No puedo creer que hayamos encontrado esto. Pero... ¿qué deberíamos hacer con las monedas?"
Santi pensó por un momento. "Creo que deberíamos quedárnoslas. ¡Podríamos comprarnos un montón de cosas!"
"Pero eso no está bien, Santi. Podría pertenecer a alguien que las ha perdido. Tal vez deberían ir a la escuela, al encargado, y contarle lo que encontramos." - sugirió Lola.
Santi se sintió agridulce. Por un lado, la idea de quedarse con el tesoro sonaba emocionante, pero por otro lado, le preocupaba que alguien estuviera buscando esas monedas.
Finalmente, decidió que lo mejor era actuar con honestidad. "Tienes razón. ¡Vamos a contarle a la maestra!"
Regresaron corriendo hacia la escuela y se encontraron con la maestra, la Señorita Marta.
"Señorita Marta, encontramos esto en el parque" - dijo Santi, mientras le entregaba la caja con las monedas. "No sabemos de quién es, pero pensamos que deberíamos devolverlo."
La señorita Marta miró las monedas y sonrió. "Estoy muy orgullosa de ustedes, chicos. La honestidad es muy importante. Estas monedas podrían ser de alguien muy especial. Vamos a hacer un anuncio para ver si encontramos a su dueño."
Al día siguiente, la maestra hizo un anuncio en la escuela y, para sorpresa de Santi y Lola, un chico llamado Mateo se acercó y les contó que había perdido una caja de monedas mientras jugaba en el parque.
"¡Eran mis monedas de colección!" - dijo Mateo emocionado, casi saltando de alegría. "Gracias, chicos, por ser honestos y traerlas. ¡Nunca pensé que las volvería a ver!"
Santi se sintió feliz al ver la sonrisa de Mateo y recordó lo importante que era hacer lo correcto, aunque a veces pudiera ser difícil.
"A veces, lo que parece una gran tentación no vale la pena si no es nuestro. Lo que realmente importa es ser honestos y ayudar a los demás" - pensó Santi mientras caminaban de regreso a casa con Lola.
Desde ese día, Santi y Lola se convirtieron en los mejores amigos de Mateo y siempre recordaron esa aventura como una lección sobre la importancia de la honestidad. Aprendieron que contar la verdad y ser justos trae más felicidad que cualquier tesoro, ¡incluso uno lleno de monedas!
FIN.