La margarita y su amor propio
En un hermoso jardín, vivía Margarita, una flor muy especial. Ella estaba enamorada de Abeja, una abejita diligente y cariñosa que siempre revoloteaba cerca de ella.
Margarita sonreía cada vez que Abeja se acercaba con su zumbido alegre, pero en su corazón guardaba un amor secreto. Sin embargo, Margarita tenía miedo de declararle su amor a Abeja. Pensaba que tal vez no sentiría lo mismo por ella y eso la entristecía.
Un día, mientras el sol brillaba en lo alto del cielo azul, Margarita decidió armarse de valor y confesar sus sentimientos a su amada Abeja. "Abeja, tengo algo importante que decirte", dijo Margarita nerviosa mientras temblaban sus pétalos blancos.
Abeja la miró con curiosidad y cariño. "¿Qué pasa, querida Margarita? Cuéntame". Con el corazón latiendo fuerte en su tallo, Margarita le confesó a Abeja todo lo que sentía por ella.
Pero para sorpresa de Margarita, Abeja bajó la mirada con tristeza y le dijo:"Lo siento mucho, Margarita. Yo estoy enamorada de Abejorro". El mundo de Margarita se desmoronó en ese instante.
Las lágrimas brotaron de sus ojos como pequeñas gotas cristalinas y sin decir una palabra más, corrió lejos de allí llorando desconsoladamente. Margarita se refugió bajo la sombra de un árbol cercano y dejó caer sus pétalos al suelo mientras sollozaba amargamente.
En ese momento apareció Violeta, una linda flor morada que era amiga cercana de Margarita. "¿Qué te pasa, querida amiga?", preguntó Violeta preocupada al ver a Margarita tan triste. Entre sollozos, Margarita le contó todo lo sucedido con Abeja y cómo se sentía destrozada por no ser correspondida en su amor.
Violeta escuchó atentamente y luego tomó las hojas marchitas de Margarita entre sus pétalos morados. Con voz dulce le dijo:"Querida Margarita, el amor es valiente y sincero.
A veces no recibimos lo que esperamos a cambio pero eso no significa que nuestro amor sea menos importante o hermoso. Debes recordarte a ti misma cuán especial eres y seguir adelante con tu corazón lleno de luz". Las palabras sabias de Violeta calaron hondo en el alma de Margarita.
Lentamente secó sus lágrimas e hizo un esfuerzo por levantarse con determinación. Decidió dejar atrás el dolor del rechazo y enfocarse en cuidarse a sí misma.
Comenzó a regar sus raíces con amor propio y pronto volvió a florecer más bella que nunca. A partir de ese día, Margarita aprendió que el verdadero amor también incluye amarse a uno mismo antes que nada; porque solo desde ahí podemos irradiarlo hacia los demás.
Y así fue como la historia de la valiente margarita enseñó al jardín entero sobre la importancia del amor propio y la fuerza interior para superar cualquier obstáculo en el camino hacia la felicidad verdadera.
FIN.