La Mariposa Azul de Aina
Aina era una niña de ocho años que siempre había tenido un lazo especial con su abuela. Todas las tardes, cuando el sol comenzaba a esconderse detrás de los árboles, Aina corría a casa de su abuela para escuchar sus historias. Su abuela solía decirle que las mariposas eran los recuerdos que llevamos en el corazón. Un día, Aina recibió una noticia que cambiaría su vida: su abuela había partido hacia un lugar distante.
Aina estaba triste; su corazón se sentía pesado. "¿Por qué tuviste que irte, abuelita?"- decía mientras miraba por la ventana. Aquel día, mientras las lágrimas caían por sus mejillas, recordó algo que su abuela siempre le repetía: "Cuando ya no esté, siempre me verás en forma de mariposa azul. Nunca te dejaré sola, Aina."
Decidida a encontrar esa mariposa azul, Aina comenzó su búsqueda. Salió al jardín y se sentó bajo el gran árbol que su abuela tanto amaba, esperando con paciencia. Pasaron las horas, pero no había señales de la mariposa. "Quizás no vendrá hoy..."- pensó, sintiendo un nudo en el estómago.
Al día siguiente, Aina decidió ir al parque. Mientras jugaba en el columpio, sus pensamientos divagaban. "¿Qué haría mi abuela en este momento?"- se preguntó. Justo en ese instante, algo azul voló junto a ella. Aina miró hacia arriba y allí estaba: una hermosa mariposa azul.
"¡Mirá, soy yo!"- dijo la mariposa, en un susurro mágico que sólo Aina podía escuchar. Sorprendida, Aina exclamó: "¡Abuela! ¿Eres tú?"- y con esas palabras, sintió una calidez en su corazón. La mariposa comenzó a volar en círculos a su alrededor, llenando el parque de destellos de luz. Aina no podía creerlo; en un instante, todo su dolor se convirtió en alegría.
"Siempre estaré contigo, Aina. Recuerda que a veces los recuerdos vuelan en formas inesperadas..."- la mariposa le dijo. Aina comprendió que su abuela seguiría acompañándola, aunque no de la forma en que ella había imaginado. Cada vez que ve deporta a una mariposa azul, sabía que era un mensaje de amor que su abuela le enviaba desde el cielo.
Días pasaron y la mariposa seguía apareciendo. Cada vez que sentía tristeza, Aina sabía que podía buscar la mariposa y, al mismo tiempo, recordar todas las cosas hermosas que vivió junto a su abuela. Un día, mientras dibujaba cerca del arroyo, sintió que la mariposa posó suavemente en su hombro. "¿Qué estás dibujando, Aina?"- preguntó. "Te estoy dibujando a vos, abuela..."-, respondió la niña, con una sonrisa. "Es precioso. Como tú. Nunca dejes de crear, Aina."
Aina aprendió a ver la vida de manera diferente. Ahora cada mariposa azul que encontraba le recordaba la conexión especial que tenía con su abuela. Y así, a medida que creció, Aina no solo atesoró los recuerdos de su abuela, sino que también empezó a contar historias en su honor. Se convirtió en una escritora y contadora de cuentos, compartiendo la belleza de la vida con todos los que la rodeaban.
Un día, mientras celebraba sus trabajos en una feria de libros, Aina miró al cielo y vio una mariposa azul danzando entre las flores. Sonrió, porque sabía que su abuela estaba ahí, disfrutando cada palabra que había escrito. "Gracias, abuelita, por enseñarme que el amor no tiene fin. Seguiremos creando historias juntas."
Y así, Aina aprendió que aunque a veces las personas que amamos se van, sus recuerdos pueden volar a nuestro lado, llevándonos hacia nuevas aventuras, siempre acompañándonos como una mariposa azul.
Aina nunca olvidará a su abuela, y cada vez que vea una mariposa azul, sabrá que está allí, guiándola en su camino.
FIN.