La mariposa blanca y el jardín de sueños
En un pequeño pueblo rodeado de montañas y árboles milenarios, vivía una niña llamada Maya. Ella era conocida por su curiosidad inagotable y su amor por la naturaleza. Cada día, después de la escuela, se aventuraba al jardín de su abuela, un lugar mágico donde flores de todos los colores florecían y mariposas revoloteaban entre los aromas de la tierra.
Un día, mientras Maya exploraba el jardín, vio una hermosa mariposa blanca posándose sobre una flor de loto.
"¡Mira, abuela! ¡Una mariposa blanca!" - exclamó con entusiasmo.
La abuela sonrió y se acercó.
"Sí, Maya, la mariposa blanca es especial. Se dice que trae consigo sueños y deseos por cumplir. Pero recuerda, para que se quede, debes ser sincera con tu corazón" - le advirtió.
Maya observó a la mariposa mientras esta alzaba el vuelo, deslizándose por el viento suave. Decidió seguirla, y la mariposa la llevó a un rincón secreto del jardín donde nunca antes había estado.
Allí, encontró un pequeño lago con aguas diáfanas que reflejaban el cielo. Al acercarse, vio su reflejo y sintió un deseo profundo por ser más valiente.
"Quiero ser valiente y ayudar a los demás" - susurró al viento.
La mariposa blanca aterrizó en su hombro y, al instante, un suave resplandor iluminó el lago.
"¡Maya!" - sonó una voz melodiosa. Era la mariposa "Tu deseo será escuchado."
Una semana después, mientras ayudaba a su abuela en el jardín, escucharon un gran alboroto en el pueblo.
"Maya, ve a ver qué sucede" - dijo su abuela.
Maya, sintiendo un poco de miedo, respondió:
"No estoy segura, abuela. Hay mucha gente."
Pero recordó su deseo de ser valiente y salió corriendo hacia la plaza. Allí encontró a un grupo de niños rodeando a un pequeño gato atrapado en un árbol.
"¡No puedo subir!" - decía uno de ellos.
Maya sintió que era su momento. Sin pensarlo, se acercó al árbol y dijo:
"Voy a ayudarlo. ¡Déjenme intentar!"
Los niños la miraron sorprendidos, pero Maya comenzó a escalar con confianza. Con cada movimiento, la mariposa blanca apareció a su lado, volando en círculos, dándole valor.
Finalmente, llegó hasta el gato y lo tomó con cuidado.
"¡Lo tengo!" - gritó con alegría mientras descendía.
Los niños estallaron en vítores, y cuando Maya llegó al suelo, todos la rodearon.
"Eres increíble, Maya!" - exclamó una niña.
"¡Sí! ¡Eres muy valiente!" - dijo otro.
Maya sonrió, sintiéndose orgullosa.
"Gracias, pero solo seguí lo que mi corazón me decía" - contestó, recordando las palabras de su abuela y la influencia de la mariposa blanca.
Días después, la mariposa blanca volvió a visitar a Maya en el jardín.
"Has sido valiente y has ayudado a otros. Tu deseo fue cumplido, y así como tus acciones, los sueños tienen el poder de crecer."
Maya se sintió feliz, inspirada no solo por la mariposa, sino también por el valor que había descubierto dentro de ella. Desde ese día, siempre que veía una mariposa, recordaba que, a veces, los deseos más profundos pueden convertirse en hechos si tienes valor y un corazón sincero.
Y así, en el pequeño pueblo, la mariposa blanca siguió danzando entre las flores del jardín, recordando a Maya cada día que los sueños pueden hacerse realidad si uno se atreve a perseguirlos.
FIN.