La Mariposa Daltónica



Había una vez, en un hermoso jardín, una mariposa llamada Margarita. Ella era diferente a las demás mariposas, ya que era daltónica y no podía ver los colores tan brillantes que la rodeaban.

Margarita siempre se sentía triste y envidiaba a las otras mariposas que podían disfrutar de la belleza de los colores. Un día, mientras revoloteaba por el jardín, se encontró con una sabia mariquita llamada Lola. "Hola, Margarita. Veo que te sientes triste", dijo Lola. "Sí, Lola.

No puedo ver los colores como tú y las demás mariposas. Me siento tan diferente y me da envidia no poder disfrutar de la belleza del jardín", respondió Margarita con tristeza.

Con paciencia, Lola explicó a Margarita que, aunque ella no podía ver los colores tan brillantes como las demás mariposas, tenía otras habilidades especiales. "Tú puedes percibir la profundidad y los patrones de los colores, Margarita. Eso te hace única y especial.

En vez de envidiar a las demás, deberías buscar la belleza de tu propia manera", aconsejó Lola. Después de la charla con Lola, Margarita decidió explorar el jardín de una manera diferente.

Se dio cuenta de que, aunque no podía ver los colores brillantes, podía sentir la suavidad de las flores, el aroma de las plantas y la textura de las hojas. Descubrió que también podía distinguir patrones y tonalidades que las otras mariposas no percibían.

Poco a poco, Margarita aprendió a apreciar su singular forma de experimentar el mundo. Comenzó a sentirse orgullosa de sus habilidades y dejó de envidiar a las demás mariposas. Se convirtió en una mariposa alegre y radiante, inspirando a otras criaturas del jardín a aceptar sus propias diferencias.

Desde entonces, Margarita vivió feliz, sabiendo que su forma especial de percibir el mundo era tan valiosa como la de cualquier otra criatura.

Y aunque no podía ver los colores como las demás mariposas, su corazón estaba lleno de amor y alegría, irradiando una belleza única que tocaba a todos los que la conocían.

FIN.

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