La mariposa de color azul



En un prado lleno de flores multicolores, vivía una mariposa de color azul llamada Celeste. Ella era la más hermosa de todas, con sus alas brillantes y su delicado vuelo. Un día, mientras revoloteaba entre las flores, Celeste se dio cuenta de que algo extraño estaba sucediendo: su color azul empezaba a desvanecerse.

-¿Qué me está pasando? -se preguntaba preocupada-. No quiero perder mi color azul, es lo que me hace única.

Decidió emprender un viaje en busca de respuestas. Durante su travesía, conoció a Lucas, un colibrí curioso que admiraba su belleza. Juntos, emprendieron un viaje hacia el Bosque Encantado, donde según la leyenda, habitaba la Sabia Mariposa Mística, la única que tenía el poder de devolverle su color.

En su camino, se encontraron con diversos desafíos y obstáculos. Una vez, un racimo de arañas tejieron una trampa, pero Celeste y Lucas lograron escapar con astucia. En otra ocasión, una tormenta amenazaba con desviarlos de su camino, pero Celeste, con su determinación, logró encontrar un refugio seguro.

Finalmente, llegaron al Bosque Encantado, un lugar lleno de colores y magia. Ahí encontraron a la Sabia Mariposa Mística, una mariposa de múltiples colores con una mirada sabia y amable.

-Oh, joven Celeste, veo que has perdido parte de tu color -dijo la Sabia Mariposa Mística con voz dulce-. Pero no te preocupes, el verdadero valor de una mariposa no está en su color, sino en su esencia y en sus acciones.

Celeste reflexionó sobre las palabras de la sabia mariposa y comprendió que su valor no dependía del color de sus alas, sino de su bondad y valentía. Finalmente, la Sabia Mariposa Mística le entregó una polilla mágica que, al posarse sobre sus alas, las llenó de un resplandor aún más hermoso que antes.

De regreso al prado, Celeste compartió su experiencia con las demás mariposas, enseñándoles que lo importante no es cómo lucimos por fuera, sino quiénes somos en nuestro interior. Desde ese día, Celeste se convirtió en un ejemplo de valentía y bondad para todos en el prado.

Y así, la mariposa de color azul comprendió que su verdadero brillo emanaba de su corazón.

FIN.

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