La mariposa de colores en el jardín
En un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, vivía una mariposa llamada Lila. Lila era una mariposa muy especial porque sus alas estaban pintadas con los colores más vibrantes: rojo, azul, amarillo y verde. Todos los días, Lila volaba de flor en flor, alegrando el día a todo aquel que la veía.
Un día, mientras exploraba su jardín, conoció a un pequeño caracol llamado Carlos.
"Hola, Lila, ¡qué lindas son tus alas!" - dijo Carlos, asombrado.
"Gracias, Carlos. Me encanta volar y hacer sonreír a los demás. ¿Y a vos, qué te gusta hacer?" - respondió Lila con una sonrisa.
"A mí me gusta explorar el jardín, aunque soy un poco lento. A veces me siento triste porque no puedo volar como vos" - confesó Carlos.
"No te preocupes, cada uno tiene su forma de esplendor. ¡Caminá a tu ritmo y disfruta de lo que tenés a tu alrededor!" - lo animó Lila.
Carlos se sintió mejor, pero su tristeza volvió cuando un grupo de hormigas pasó corriendo a su lado.
"¡Miren a ese caracol tan lento!" - rió una de las hormigas.
Carlos, avergonzado, se retiró a su concha y Lila decidió hacer algo.
"¡Esperen un momento!" - llamó Lila mientras volaba hacia las hormigas. "Ser lento no está mal. Carlos disfruta del jardín de una manera especial. ¡Vivir la vida a su ritmo es lo que lo hace único!"
Las hormigas se detuvieron y miraron a Lila con curiosidad.
"¿De verdad?" - preguntó una de ellas, sorprendida. "No lo habíamos visto así."
"Así es. Todos somos diferentes y eso nos hace especiales," - agregó Lila.
Las hormigas reflexionaron sobre las palabras de Lila y decidieron hablar con Carlos.
"Perdón, Carlos. No queríamos lastimarte. A veces no pensamos antes de hablar" - dijo una de las hormigas, un poco apenada.
Carlos salió de su concha y sonrió.
"Está bien, chicas. Yo sé que soy lento, pero puedo ver muchas cosas mientras camino."
Fue entonces cuando Lila tuvo una idea.
"¡Hagamos un concurso de exploración!" - exclamó. "Carlos podrá mostrarles todos los detalles del jardín que, a veces, los que vuelan se pierden."
Las hormigas estaban emocionadas con la idea.
"¡Eso suena genial!" - gritaron.
Así que el día del concurso llegó. Las hormigas, Lila y Carlos se reunieron en un claro del jardín.
"El reto es buscar la flor más bonita, pero Carlos tendrá que mostrar a las hormigas todo lo que hay en el camino" - explicó Lila.
Carlos se puso en marcha, y las hormigas lo siguieron de cerca. Mientras avanzaban, Carlos les dijo:
"Miren, ahí hay un grupo de mariposas que juegan al escondite."
Todos miraron con atención.
"¡Qué lindas!" - exclamaron las hormigas.
Luego, Carlos les mostró un pequeño charco donde los sapos croaban alegres.
"¡Ah, eso es algo que nunca habríamos visto volando!" - dijo una de las hormigas.
A medida que pasaban el día, todos se dieron cuenta de que en el camino a la flor más hermosa, la verdadera aventura era disfrutar lo que había a su alrededor.
Después de un rato, llegaron a una flor gigante de todos los colores. Lila sonrió, mientras todos la miraban maravillados.
"¡Mirá, la flor más bonita!" - gritó Carlos, emocionado. Entonces, las hormigas empezaron a aplaudir.
Lila se giró hacia Carlos.
"Gracias a vos, aprendimos que ser lento tiene sus ventajas, y disfrutar de los pequeños detalles muchas veces es más importante que llegar rápido a un lugar."
Desde entonces, Carlos se convirtió en el mejor guía del jardín, y las hormigas siempre lo seguían en sus aventuras. Lila no solo alegraba el cielo con sus colores, sino que también había hecho florecer la amistad y la confianza entre todos.
Y así, en el jardín lleno de colores, aprendieron a valorar las diferencias y a disfrutar cada momento.
Lila, la mariposa de colores, volaba feliz sabiendo que había ayudado a descubrir el verdadero tesoro del jardín: la amistad y el respeto entre todos, sin importar cuán distintos fueran. Y desde ese día, los más lentos y rápidos, los que volaban y los que caminaban, siempre encontraron la manera de explorar su mundo juntos.
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FIN.