La Mariposa de Estrella
En un pequeño pueblo rodeado de montañas, vivía una niña llamada Sofía. Ella tenía un gran amor por las estrellas y soñaba con volar entre ellas. Cada noche, se sentaba en su ventana con su cuaderno para dibujar constelaciones y escribir historias sobre viajes estelares.
Una noche, mientras dibujaba, una mariposa de colores brillantes voló hasta su ventana. La mariposa tenía alas que tenían patrones que parecían dos pequeñas galaxias.
"Hola, Sofía. Soy Estrella, la mariposa de las estrellas. He venido a llevarte a un lugar mágico donde los sueños se hacen realidad", dijo la mariposa.
Sofía no podía creer lo que escuchaba.
"¿De verdad? ¡Siempre he soñado con conocer las estrellas!", exclamó con emoción.
"Súbete a mi espalda y te llevaré allí", invitó Estrella.
Sin dudar un momento, Sofía se acomodó sobre el lomo de la mariposa. En un abrir y cerrar de ojos, volaron por la ventana y se elevaron hacia el cielo nocturno. Las estrellas brillaban por todas partes, y Sofía se sentía más feliz que nunca.
Pronto llegaron a un reino estelar lleno de luces danzantes y constelaciones que cobraban vida. Sofía vio a los habitantes de ese lugar: eran pequeñas estrellas con caritas sonrientes.
"Bienvenida, Sofía", dijeron al unísono. "Te hemos estado esperando. Aquí cada estrella tiene un deseo especial. ¿Cuál es el tuyo?", preguntaron.
Sofía miró las estrellas, llenas de energía y luminosidad.
"Quiero ayudar a los demás a cumplir sus sueños", respondió y luego dijo: "En mi pueblo, hay muchos que no creen que pueden lograrlo".
Las estrellas la miraron con admiración.
"Eso es muy noble. Pero recuerda, incluso la más brillante de las estrellas necesita esfuerzo y algo de magia para brillar por sí misma. Te daremos un regalo: la luz de nuestras estrellas para que ilumines el camino de los que te rodean", dijeron antes de entregarle un pequeño frasco que contenía luz estelar.
Justo cuando Sofía pensó en regresar a casa, un fuerte viento sopló y la mariposa comenzó a tambalearse.
"Aguanta, Sofía. El viento podría llevarnos lejos", dijo Estrella mientras intentaba estabilizar su vuelo.
Ambas comenzaron a descender, pero en el proceso, el frasco con luz estelar se cayó y se rompió, dispersando toda la luz por el cielo. Sofía sintió tristeza.
"Perdí la luz. ¿Cómo ayudaré a los que necesitan soñar ahora?", preguntó preocupada.
"No te preocupes, Sofía", le respondió Estrella con una sonrisa. "La luz de las estrellas nunca se pierde. Se transforma y regresa multiplicada. Solo debes recordar que puedes iluminar a los demás con tus acciones y palabras, como una estrella brilla por sí sola".
Con el aliento renovado, Sofía y Estrella volaron hacia su hogar. Al llegar a la ventana, Sofía sintió una cálida energía en su corazón.
Los días siguientes, la niña empezó a ayudar a sus amigos y a los vecinos en el pueblo, compartiendo su luz a través de cuentos, aliento y pequeñas sorpresas. Plantó un jardín de florcitas que atraían mariposas, creando un lugar mágico donde los niños podían jugar y soñar.
Con cada acto de bondad, Sofía notó que el frasco se llenaba de una luz nueva, una luz que provenía de sus propios sueños y de la felicidad de los demás.
Una noche, mientras miraba el cielo, vio un rayo de luz muy brillante.
"¡Mira, Estrella!", gritó Sofía. "¡Volvió!"
"Siempre estuvo contigo, Sofía. Nunca subestimes el poder de tu luz", le respondió Estrella mientras volaba de nuevo a su encuentro.
Desde aquel día, Sofía aprendió que los sueños pueden hacerse realidad si compartimos nuestra luz y ayudamos a otros a encontrar la suya. Y así, cada noche, la niña miraba las estrellas con una sonrisa, sabiendo que siempre habrá luz para aquellos que se atreven a soñar y a compartir su amor con el mundo.
FIN.