La mariposa de la amabilidad
Había una vez un niño llamado Lisandro, que vivía en un pequeño pueblo en Argentina. Lisandro era curioso y aventurero, siempre buscando nuevas experiencias y aprendiendo cosas nuevas.
Un día, mientras exploraba el bosque cerca de su casa, encontró a una hermosa mariposa azul. Lisandro decidió atraparla con mucho cuidado para poder observarla de cerca. La mariposa parecía estar encantada por la atención de Lisandro y se dejó acercar sin miedo.
Cuando finalmente la tuvo en sus manos, la mariposa comenzó a hablar. "-¡Hola Lisandro! Soy Lourdes, la mariposa mágica. Estoy aquí para concederte un deseo especial", dijo la mariposa con una voz suave y melodiosa. Lisandro estaba asombrado.
Nunca antes había conocido a una mariposa que pudiera hablar o conceder deseos. Pero en lugar de pedir algo para sí mismo, pensó en algo que sería beneficioso para todos.
"-Querida Lourdes -dijo Lisandro-, me gustaría que todas las personas del mundo aprendieran a tratarse con amabilidad y respeto". La mariposa sonrió y agitó sus alas brillantes. "Tu deseo es muy noble, Lisandro. Pero eso no depende solo de mí; también debes hacer tu parte".
Lisandro entendió el mensaje de Lourdes y decidió llevarlo a cabo. Comenzó compartiendo su alegría con los demás niños del pueblo e invitándolos a jugar juntos sin importar sus diferencias.
Un día, mientras jugaban al fútbol en el parque, Lisandro notó que algunos niños se estaban burlando de uno de sus amigos, Tomás, porque era diferente. Sin dudarlo, Lisandro se acercó a ellos y les dijo:"¡Hey! No está bien burlarse de alguien solo porque es diferente. Todos somos únicos y especiales de nuestra propia manera".
Los niños se quedaron en silencio por un momento y luego asintieron con la cabeza. A partir de ese día, todos los niños del pueblo comenzaron a tratarse con amabilidad y respeto.
La noticia sobre Lisandro y su deseo había llegado a oídos del alcalde del pueblo. Impresionado por el impacto positivo que estaba teniendo en la comunidad, decidió organizar un evento especial para honrar a Lisandro.
En el evento, el alcalde presentó a Lisandro con una medalla por su acto valiente y generoso. Todos los vecinos aplaudieron emocionados mientras Lourdes volaba alrededor de ellos como una celebración mágica. A medida que pasaba el tiempo, las enseñanzas de Lisandro se extendieron más allá del pequeño pueblo argentino.
Las personas empezaron a tratar a los demás con amabilidad y respeto no solo en Argentina sino también en todo el mundo. Lisandro nunca olvidó la mariposa mágica que le concedió su deseo.
Siempre llevaba consigo un pequeño colgante azul para recordarle lo importante que es tratar a los demás con amor y comprensión.
Y así, gracias al deseo noble e inspirador de Lisandro, el mundo se convirtió en un lugar mejor donde todas las personas podían vivir juntas en armonía y felicidad. Y colorín colorado, esta historia de amorcito ha terminado.
FIN.