La Mariposa de las Montañas
En un hermoso valle rodeado de altas montañas y nubes esponjosas, vivía una mariposa llamada Lila. Lila era una mariposa pintada con colores vibrantes que reflejaban la luz del sol. Era conocida en todo el valle por su amabilidad y su deseo de ayudar a los demás.
Un día, mientras volaba cerca de un grupo de flores, Lila escuchó una voz que la llamaba.
"¡Lila! ¡Lila!" gritaba un pequeño pajarito llamado Tito.
"¿Qué sucede, Tito?" preguntó Lila, aterrizando suavemente a su lado.
"Estoy tratando de construir mi nido, pero no puedo encontrar ramitas pequeñas. ¡Mis amigos también me están ayudando y no sabemos dónde buscarlas!" dijo Tito, con el tono de su voz lleno de preocupación.
Lila, al ver la angustia de su amigo, decidió ayudarlo.
"No te preocupes, Tito. ¡Vamos juntos! Tal vez haya ramitas cerca del río."
Ambos volaron y encontraron ramitas flotando en la orilla del río. Lila recogió algunas con su pequeño cuerpo y las llevó volando mientras Tito las seguía emocionado. Pronto, lograron juntar suficiente material para el nido de Tito.
"¡Gracias, Lila! Eres la mejor amiga que un pajarito podría tener!" dijo Tito, brillando de felicidad.
"La amistad es lo que hace que todo sea más fácil, Tito. ¡Así que sigamos trabajando juntos!" respondió Lila, sonriendo.
Mientras pasaban el día armando el nido de Tito, avisaron a otros amigos que se unieron a ellos. Una ardilla llamada Sofía, un conejo llamado Nico y una tortuga llamada Marta llegaron para prestar su ayuda.
"¡Somos un gran equipo!" exclamó Sofía.
"¡Sí, juntos podemos hacer cualquier cosa!" agregó Nico, saltando de alegría.
"La amistad es una fuerza poderosa, de eso estoy segura," dijo Marta, caminando lentamente pero con alegría en su rostro.
Mientras tanto, Lila continuaba volando de un lado a otro, recogiendo más ramitas y flores para embellecer el nido. De repente, notó que algo extraño estaba sucediendo en la cima de una de las montañas. El cielo se oscurecía y empezaron a caer algunas gotas de lluvia.
"¡Oh no! ¡Se viene una tormenta!" gritó Lila alarmada.
"¿Qué hacemos?" preguntó Tito asustado.
"Debemos llevar todo lo que hemos recolectado a un lugar seguro. ¡Síganme!" comandó Lila, con determinación.
Todos los animales siguieron a Lila, que les mostró un refugio entre las rocas a la sombra de unas grandes nubes. Una vez que llegaron, se dieron cuenta de que eran muy afortunados de tenerse los unos a los otros. Mientras esperaban a que pasara la tormenta, comenzaron a contar historias y reír juntos. La preocupación se desvanecía entre risas y anécdotas.
Finalmente, la lluvia paró y un maravilloso arcoíris apareció en el cielo.
"¡Miren! El arcoíris es una señal de que la tormenta pasó, y también es un hermoso recordatorio de nuestra amistad," dijo Lila emocionada.
"Todo se ve más bonito después de la lluvia, igual que nuestra amistad creció hoy. ¡Gracias por ser mis amigos!" exclamó Tito.
Lila y sus amigos decidieron salir de su refugio y celebrar el nuevo día que los esperaba. A partir de ese momento, sabían que siempre se ayudarían mutuamente, incluso en los días más oscuros. A veces, al enfrentar las adversidades, descubrieron la verdadera belleza de la amistad.
Lila siguió volando y ayudando a otros en el valle, recordando siempre que, aunque se presenten tormentas, la amistad puede iluminar el camino, igual que el sol tras una nube. Y así, las aventuras en el valle continuaron, llenas de amor, risas y mariposas volando entre las montañas.
Y colorín colorado, este cuento se ha terminado.
FIN.