La mariposa de los sueños


Era un día soleado en el parque y los niños estaban emocionados por jugar. Había uno en particular, llamado Tomás, que estaba ansioso por andar en bicicleta.

Mientras se preparaba para montarla, una pequeña mariposa aterrizó en su manillar. - ¡Mira! ¡Una mariposa! -dijo Tomás emocionado. - Es hermosa -respondió su amiga Sofía, quien estaba sentada en la hierba. La mariposa comenzó a volar alrededor de ellos y los niños decidieron seguirla.

Los llevó a través del parque hasta llegar a un área donde había juegos divertidos. - ¡Miren todo lo que hay aquí! -exclamó Tomás mientras señalaba las distintas atracciones del lugar.

Los niños corrieron hacia los columpios y toboganes, pero la mariposa seguía revoloteando alrededor de ellos. De repente, se posó sobre una rama cerca de un árbol grande y frondoso. - ¿Qué hace allí? -preguntó Sofía con curiosidad.

Tomás se acercó para inspeccionar más de cerca y descubrió que había algo escrito en la corteza del árbol: "Si quieres volar alto como yo, debes trabajar duro para alcanzar tus sueños". Los niños reflexionaron sobre esas palabras mientras observaban cómo la mariposa continuaba volando libremente.

Decidieron seguir jugando pero siempre manteniendo esa enseñanza presente en sus mentes. Al final del día, cuando el sol comenzaba a bajar y las sombras se hacían más largas, los niños regresaron a casa.

Tomás se acostó esa noche pensando en la mariposa y lo que había aprendido. A partir de ese momento, comenzó a trabajar duro para lograr sus sueños. Practicaba cada día andar en bicicleta hasta que finalmente pudo hacer trucos impresionantes.

Sofía también se esforzaba por ser mejor cada día en los juegos del parque. La mariposa nunca volvió a aparecer, pero su breve visita había dejado una huella profunda en los niños. Aprendieron que para alcanzar sus metas debían esforzarse y trabajar duro, y eso era algo que nunca olvidarían.

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