La mariposa del amor
Había una vez en la selva un Mono Tití llamado Tito. Tito era conocido por ser el más alegre y juguetón de todos los monos, pero un día algo extraño sucedió: Tito se despertó triste.
"¿Qué me está pasando?", se preguntaba Tito mientras se balanceaba de rama en rama. Todas sus amigas monas intentaron animarlo, pero nada parecía funcionar. Probablemente, lo que le sucedía a Tito era más profundo de lo que cualquiera podía entender.
Un día, mientras caminaba por la selva con su amigo Rafa el loro, Tito vio una hermosa mariposa volando cerca de él. La mariposa tenía colores tan brillantes y vivos que iluminaban todo a su paso.
"¡Wow! Qué hermosura", exclamó Tito sorprendido. La mariposa posó delicadamente sobre una flor y comenzó a bailar al ritmo del viento. Era como si transmitiera alegría y esperanza con cada movimiento.
Tito se acercó lentamente y le dijo:"Hola mariposa, ¿por qué eres tan feliz?"La mariposa sonrió dulcemente y respondió:"Querido Tito, soy feliz porque aprendí a encontrar la belleza en las pequeñas cosas que me rodean. No importa cómo te sientas hoy, siempre hay algo positivo para descubrir".
Las palabras de la mariposa resonaron en el corazón de Tito. Comenzó a prestar atención a los detalles que antes había pasado por alto: los rayos del sol filtrándose entre las hojas, el aroma fresco de las flores, el canto alegre de los pájaros.
Tito decidió que era hora de cambiar su actitud. Se propuso buscar la alegría en cada momento y no dejar que la tristeza lo dominara.
Un día, mientras Tito se balanceaba por los árboles, escuchó un llanto proveniente del suelo. Bajó rápidamente y encontró a un pequeño conejito perdido y asustado. "¿Qué te pasa, amiguito?", preguntó Tito preocupado.
El conejito sollozante le contó que se había separado de su familia y ahora no sabía cómo volver a casa. Tito recordó las palabras de la mariposa y decidió ayudar al conejito. Juntos exploraron la selva en busca del camino correcto.
Pasaron por ríos, treparon montañas y atravesaron densos arbustos hasta que finalmente encontraron el hogar del conejito. La mamá coneja estaba tan feliz de ver a su pequeño sano y salvo que invitó a Tito a quedarse para una cena especial en su madriguera. Todos compartieron risas, historias emocionantes y mucha comida deliciosa.
Después de esa aventura, Tito entendió algo muy importante: cuando ayudamos a otros, nuestra propia tristeza disminuye.
Aprendió que encontrar la alegría no siempre significa estar contento todo el tiempo, sino encontrar significado en nuestras acciones y compartir momentos especiales con aquellos que amamos. Desde ese día en adelante, Tito nunca volvió a sentirse tan triste como antes.
Siempre buscaba oportunidades para ayudar a sus amigos y recordaba que la verdadera felicidad se encuentra en los pequeños detalles de la vida. Y así, el Mono Tití Tito vivió una vida llena de alegría, amistad y aventuras en la selva.
FIN.