La Mariposa del Chagual



En un hermoso prado de Argentina, lleno de flores coloridas y árboles frondosos, vivía una pequeña mariposa llamada Chaguita. Chaguita no era una mariposa común, porque provenía de un chagual, una planta nativa que crecía en la región y que era muy especial para los animales y las personas de la zona. Su alas eran de un color amarillo brillante, con patrones que recordaban los pétalos de las flores del chagual.

Un día, mientras Chaguita revoloteaba alegremente entre las flores, escuchó a unos conejitos hablar sobre un lugar lejano donde los colores eran aún más brillantes y la comida era abundante. Tentada por la idea de ver ese lugar mágico, Chaguita decidió emprender el viaje.

"Voy a volar hacia el lugar de los colores brillantes!", exclamó emocionada.

A medida que viajaba, Chaguita encontró a una mariposa más grande y elegante.

"Hola, pequeña. ¿A dónde vas con tanta prisa?", preguntó la mariposa.

"Voy a encontrar el lugar de los colores brillantes!", respondió Chaguita, llena de entusiasmo.

La mariposa sonrió con amabilidad.

"Es un viaje hermoso, pero ten cuidado. A veces, los lugares que parecen perfectos pueden no ser lo que parecen."

Chaguita agradeció el consejo y continuó su camino. Después de volar un buen rato, llegó a un claro donde las flores eran deslumbrantes y las mariposas danzaban en el aire. Atónita, Chaguita se unió a ellas.

"¡Es todo tan hermoso!", gritó.

Sin embargo, a medida que pasaban los días, Chaguita comenzó a sentir nostalgia por su hogar, por las flores del chagual y sus amigos. Decidió entonces explorar el claro para encontrar algo que la hiciera sentir como en casa.

Mientras inspeccionaba, vio que una mariposa gigante estaba atrapada entre las ramas de un arbusto. La mariposa parecía angustiada.

"¡Ayuda! ¡Estoy atrapada!", gritó con desesperación.

Chaguita, pese a sentirse pequeña, se acercó con valentía.

"¡No te preocupes! ¡Voy a ayudarte!", dijo, mientras comenzaba a mover las ramas que la atrapaban.

Después de un rato de esfuerzo, la mariposa finalmente pudo liberarse.

"¡Gracias, pequeña! No sé cómo podría haber conseguido salir sin tu ayuda!", dijo la mariposa, recuperando la calma.

"Estoy feliz de ayudarte!", respondió Chaguita, sonriendo.

"Te debo una. Si alguna vez necesitas un lugar donde vivir, ven a mi hogar. Aquí siempre hay comida y flores."

A Chaguita le pareció una oferta maravillosa, pero en su corazón sabía que extrañaba su hogar y a sus amigos. Así que, con una sonrisa, le dijo:

"¡Eso suena genial, pero creo que voy a regresar a casa!".

La mariposa gigante se despidió de Chaguita y la animó a seguir su viaje. Con el corazón lleno de alegría, Chaguita voló de regreso a su prado, donde fue recibida con abrazos y sonrisas de sus amigos.

"¿Dónde estuviste? Te extrañamos!", gritaron los conejitos.

"Fui a buscar colores brillantes, pero descubrí que mi hogar es el lugar más especial de todos!", respondió Chaguita, sintiéndose muy feliz.

Desde ese día, Chaguita convenció a sus amigos de que los verdaderos colores brillantes estaban en su prado, en la amistad y en la alegría de cada día. Y así, la mariposa del chagual aprendió que, aunque siempre es bueno explorar, el mejor lugar está donde se siente amado y apreciado.

Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.

FIN.

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