La Mariposa del Huerto
En un pequeño colegio de Buenos Aires había un hermoso huerto lleno de verduras y flores de todos los colores. Cada día, los alumnos cuidaban con amor de sus plantas y disfrutaban de la rica cosecha. Pero había un misterioso habitante que nadie había notado. En una esquina, debajo de una hoja de lechuga, vivía un pequeño gusano llamado Gusi.
Gusi era un gusano muy curioso. Pasaba sus días explorando su alrededor, comiendo hojas frescas y soñando con un mundo más grande y colorido. Sin embargo, a menudo se sentía triste porque deseaba ser algo más que un gusano.
Un día, un grupo de niños del colegio decidió jugar cerca del huerto. Mientras buscaban flores hermosas para hacer un ramillete, uno de ellos, Sofía, se agachó y exclamó:
- ¡Miren! ¡Un gusano!
Los demás niños se acercaron con curiosidad.
- ¡Qué lindo! - dijo Tomás. - ¡Vamos a darle de comer!
Y así fue como comenzaron a alimentarlo. Le dieron hojas frescas de lechuga y flores. Cada día, los niños venían al huerto y Gusi se sentía cada vez más feliz.
Mientras crecía, Gusi lentamente comenzó a soñar con algo diferente.
- ¿Qué pasará si algún día me convierto en algo más hermoso? - se preguntaba en silencio.
Días pasaron y una tarde, Gusi, sintiéndose un poco cansado, dijo en sus pensamientos:
- Creo que necesito descansar un poco.
Los niños, al verlo, pensaron:
- ¡Pobre Gusi! Está cansado. Quizás deberíamos dejarlo solo para que descanse.
Cuando se fueron, Gusi se envolvió en una pequeña capa de seda, creando un capullo. Pasaron varios días y Gusi estaba profundamente dormido dentro de su capullo, soñando con las aventuras que aún estaban por venir.
Un buen día, mientras los niños regaban el huerto, escucharon un suave crujir.
- ¡Miren! - gritó Sofía. - El capullo de Gusi está moviéndose.
Todos se acercaron con emoción. Fue entonces cuando, con un último esfuerzo, Gusi rompió el capullo. Cuando las alas de Gusi comenzaron a abrirse, los niños quedaron boquiabiertos.
- ¡Es una mariposa! - exclamó Tomás.
Con cada aleteo, Gusi revelaba su hermoso colorido. Sus alas estaban adornadas con tonos de azul, amarillo y naranja.
- ¡Soy Gusi, la mariposa! - gritó con alegría mientras volaba alrededor de los niños.
- ¡Sos hermosa! - dijo Sofía, asombrada.
- ¿Y qué es lo que te gustaría hacer ahora? - preguntó Valentina, con una sonrisa de oreja a oreja.
- Quiero explorar el mundo, conocer nuevas flores y ayudar a que más gusanos se conviertan en mariposas - respondió Gusi.
Los niños, emocionados, lo miraron volar y sentir la libertad por primera vez. Gusi se despidió de ellos:
- Siempre recordaré los días que pasé con ustedes. Gracias por cuidar de mí.
Y así, con las alas desplegadas, Gusi se fue en busca de nuevas aventuras. Pero no se olvidó de sus amigos.
Gusi regresaba al huerto de vez en cuando, a contarles a los niños las maravillas que había conocido. Les enseñaba a cuidar las flores y a amar a la naturaleza.
Los niños aprendieron que, a veces, lo más pequeño puede convertirse en algo grandioso y que con amor y cuidado, pueden lograr que hasta el más insignificante de los seres viva su mayor sueño.
Y así, el huerto se convirtió en un lugar mágico, donde la amistad y la naturaleza florecían juntas, recordando siempre que el amor y la bondad pueden transformar vidas y crear colores en el mundo.
FIN.