La Mariposa Generosa
Érase una vez en un hermoso jardín lleno de flores de mil colores, donde vivía una mariposa llamada Florinda. Florinda era conocida por ser la mariposa más hermosa del jardín, con sus alas brillantes y multicolores. Pero lo que más la destacaba era su gran corazón generoso. Siempre estaba dispuesta a ayudar a sus amigos, los animalitos del jardín.
Un soleado día, mientras volaba entre las flores, Florinda escuchó un llanto suave. Al volar en la dirección del sonido, se encontró con su amiga, la pequeña oruga llamada Rulito.
"¿Qué te pasa, Rulito?" - Preguntó Florinda, preocupada.
"Estoy triste porque no puedo comer las hojas altas de los árboles. Son muy grandes y no puedo alcanzarlas" - sollozó Rulito.
Florinda, con su gran corazón, pensó en cómo podría ayudar a su amiga.
"No te preocupes, Rulito. Yo te ayudaré. Voy a buscar las hojas más verdes para ti" - dijo Florinda, mientras comenzaba a volar hacia el árbol más cercano.
Mientras buscaba las hojas, se encontró con un grupo de pajaritos que intentaban alcanzar un nido que estaba muy alto.
"¡Ayuda! ¡No podemos llegar a nuestro nido!" - gritaron los pajaritos, llenos de preocupación.
Florinda se sintió conmovida.
"¡No se preocupen! Yo los ayudaré a llegar a su nido" - dijo decidida. Así, voló hacia el nido y, con mucha atención, ayudó a los pajaritos a llegar sanos y salvos a su hogar.
"¡Gracias, Florinda! Eres muy buena" - dijeron los pajaritos agradecidos.
Sintiéndose feliz por haber ayudado a sus amigos, Florinda regresó a Rulito con hojas frescas y verdes.
"Aquí tienes, Rulito. Estas son las hojas que tanto te gustan" - le dijo sonriendo.
"¡Gracias, Florinda! Eres la mejor amiga que podría tener" - exclamó Rulito mientras comenzaba a comer feliz.
Un rato después, mientras Florinda disfrutaba del sol, vio a un pequeño pez dorado atrapado en un charco, que no podía regresar al río.
"Por favor, ayúdame, Florinda. Estoy atrapado y tengo miedo" - suplicó el pez.
Sin pensarlo dos veces, Florinda se acercó al pez y dijo:
"No te preocupes, amigo. Te sacaré de ahí" - y usó sus alas para ayudar e indicarle al pez el camino hacia el río. Juntos, lograron que el pez pudiera saltar de nuevo al agua.
"¡Eres increíble, Florinda! ¡Gracias!" - gritó el pez mientras nadaba feliz.
Pero al atardecer, cuando el día estaba llegando a su fin, Florinda se sintió un poco cansada. Mientras se posaba en una flor, una nube oscura cubrió el cielo repentinamente y comenzó a llover. Los animalitos del jardín se preocuparon porque no tenían un lugar donde protegerse.
"¿Qué haremos?" - preguntó Rulito, asustado.
"¡Todos a mi alrededor!" - gritó Florinda.
"Pueden refugiarse aquí, bajo mis alas, hasta que pase la lluvia".
Los animalitos, desde los pajaritos hasta la oruga y el pez, se agruparon bajo las alas extendidas de Florinda. Ella sonrió al ver cómo había logrado ayudar a todos sus amigos, y juntos, bajo su protección, cantaron una bonita canción sobre la amistad y la generosidad.
Cuando la lluvia finalmente pasó, el sol volvió a brillar. Los animalitos estaban radiantes de felicidad y comenzaron a aplaudir.
"¡Viva Florinda! ¡La mejor amiga del mundo!" - gritaron todos.
Florinda se sintió llena de alegría.
"Recuerden, amigos, la generosidad no se trata solo de ayudar, sino de compartir y estar juntos en momentos difíciles" - les dijo mientras volaba en círculos, mostrándoles sus hermosas alas.
Y así, la mariposa Florinda continuó siendo un símbolo de generosidad en el jardín, recordando a todos que compartir y ayudar a otros siempre hace que la vida sea más hermosa y feliz.
FIN.