La Mariposa Marta y el Chocolandia



Era un hermoso día en el bosque, y la mariposa Marta estaba revoloteando de flor en flor, disfrutando del dulce néctar. Pero había algo que realmente le encantaba más que todo: ¡el chocolate! Marta pasaba horas soñando con la rica y derretida golosina.

Un día, mientras volaba por el bosque, se encontró con su amiga la abeja Sarita.

"Hola, Marta. ¿Qué tal?", saludó Sarita.

"¡Hola, Sarita! Estaba pensando en lo delicioso que es el chocolate. ¿No sería genial encontrar un lugar donde haya mucho chocolate?", respondió Marta entusiasmada.

Sarita, que sabía que la obsesión por el chocolate no era lo mejor, le dijo:

"Marta, ¿sabías que comer demasiado chocolate no es bueno? Te podría hacer sentir mal."

"Pero es tan rico. Solo quiero comer un poco más, solo por hoy", insistió Marta.

Entonces, decidió emprender un viaje al misterioso Chocolandia, un lugar del bosque donde se decía que el chocolate llovía del cielo. Marta voló velozmente, imaginando todo el chocolate que podría comer.

Al llegar a Chocolandia, sus ojos brillaron: había ríos de chocolate, árboles de chocolate y hasta flores de chocolate.

"¡Es un sueño hecho realidad!", gritó Marta.

"¡Vamos a probar todo!", añadió sin pensarlo dos veces, mientras se lanzaba a un río de chocolate.

Aunque al principio era divertido, pronto, Marta comenzó a sentirse pesada y cansada.

"Uh, creo que comí demasiado", murmuró.

"¡Marta! Te dije que no comieras tanto chocolate", apareció Sarita volando desde atrás. Ella había decidido seguirla por preocupación.

Marta se sentó en una hoja, intentando procesar lo que había pasado.

"Me siento rara, Sarita. Nunca pensé que el chocolate podría hacerme sentir así."

"Es importante disfrutar de las cosas, pero siempre con moderación. El chocolate puede ser un buen regalo, pero no puede ser todo en nuestra vida", aconsejó la abeja.

Marta pensó en lo que Sarita decía. Se dio cuenta de que había olvidado disfrutar del bosque, de sus amigos y de todas las flores llenas de néctar.

"¡Tienes razón! No quiero perderme todo lo hermoso que hay afuera por un exceso de chocolate", admitió.

Entonces, decidió que era hora de regresar a casa, priorizando nuevas aventuras.

"Gracias, Sarita. Nunca hubiera entendido esto si no me habías acompañado. Vamos a disfrutar de un poco de néctar y a planear nuestra próxima aventura juntos."

"¡Eso suena genial, Marta! Y quizás un pequeño trozo de chocolate después, como un premio."

"¡Perfecto!", respondió Marta con una gran sonrisa.

Así, Marta aprendió que todo en la vida es mejor en equilibrio. Se despidió de Chocolandia y continuó su viaje en el bosque, disfrutando no solo del néctar, sino también de la compañía de sus amigos, sabiendo que siempre habría tiempo para un pequeño dulcito de chocolate.

Desde aquel día, la mariposa Marta nunca olvidó la importancia de disfrutar con moderación, porque a veces, lo más dulce de la vida no son las golosinas, sino los momentos compartidos con quienes amamos.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!