La mariposa musical



Había una vez, en la hermosa provincia de Mendoza, un niño llamado Beto. Beto era un chico muy especial, pues tenía capacidades diferentes. A pesar de ello, siempre se mostraba entusiasta y lleno de sueños.

Beto vivía en un lugar distinto al resto de los niños de su edad. En su casa había rampas para poder moverse con facilidad en su silla de ruedas y adaptaciones especiales para que pudiera realizar todas las actividades que le gustaban.

Un día, mientras Beto estaba jugando en el jardín, llegó volando una mariposa muy colorida. La mariposa se posó sobre su hombro y comenzó a hablarle. "Hola Beto, soy Maribel la mariposa mágica.

He venido a cumplir uno de tus deseos," dijo la mariposa con voz melodiosa. Beto no podía creer lo que estaba pasando. ¡Una mariposa hablándole y ofreciéndole cumplir sus deseos! Estaba emocionado y curioso por saber qué deseos podría hacer realidad.

"Quiero ser capaz de jugar como todos los demás niños", dijo Beto sin dudarlo. La mariposa sonrió y agitó sus alas mágicas. Al instante, el cuerpo de Beto se llenó de energía y fuerza.

Se levantó de su silla de ruedas y comenzó a correr por el jardín junto a la mariposa. Beto descubrió que ahora podía saltar más alto que nadie y correr más rápido que cualquier otro niño.

Los vecinos quedaron sorprendidos al verlo jugar fútbol como todo un campeón y bailar con gracia en las fiestas del barrio. Pero, a medida que pasaba el tiempo, Beto se dio cuenta de que aunque ahora podía hacer todo lo que siempre había soñado, algo le faltaba.

Extrañaba su silla de ruedas y a sus amigos del grupo de apoyo para niños con capacidades diferentes. Un día, mientras caminaba por el parque, Beto vio a su amigo Juanito sentado solo en un banco.

Juanito tenía dificultades para moverse debido a su discapacidad motriz. "¡Hola Juanito! ¿Qué haces aquí solito?" preguntó Beto acercándose. Juanito levantó la mirada y sonrió al ver a su amigo. "Hola Beto. Estoy esperando a mi mamá.

No puedo jugar como tú, pero me gusta venir al parque y ver cómo los demás se divierten". Beto se sentó junto a Juanito y comenzaron a conversar sobre sus sueños y deseos.

Ambos compartían la misma pasión por la música y decidieron formar una banda juntos. Beto volvió corriendo a su casa para buscar su silla de ruedas y regresó al parque donde estaba Juanito esperando. Juntos empezaron a tocar música en el parque todos los días después de clases.

La gente que pasaba por allí quedaba maravillada al escucharlos tocar canciones llenas de alegría y entusiasmo. Pronto, otros niños con capacidades diferentes se unieron a la banda de Beto y Juanito.

El talento musical de estos chicos era tan increíble que fueron invitados a participar en un importante festival de música en la ciudad. Beto, Juanito y su banda ensayaron día y noche para dar lo mejor de sí.

El día del festival llegó y el escenario se llenó de luces y aplausos. Beto y sus amigos subieron al escenario con una sonrisa radiante en sus rostros. Tocaron su música con tanta pasión que el público no podía dejar de bailar y aplaudir.

Al finalizar su presentación, todos los asistentes se pusieron de pie para ovacionar a Beto, Juanito y su banda. Fue un momento mágico que quedará grabado en la memoria de todos para siempre.

Beto comprendió entonces que ser diferente no era algo malo, sino una oportunidad para demostrar al mundo todo lo que podía lograr. Aprendió a valorar cada uno de sus talentos y a nunca rendirse ante los obstáculos.

Desde aquel día, Beto siguió luchando por cumplir sus sueños sin importar las dificultades que encontrara en el camino. Su historia inspiró a muchos niños con capacidades diferentes a creer en sí mismos y a perseguir sus propias metas.

Y así, entre notas musicales y risas contagiosas, Beto demostró al mundo que vivir desde un lugar distinto puede ser maravilloso si te atreves a soñar en grande.

FIN.

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