La mariposa perdida


Los números estaban todos reunidos en el patio de la escuela, esperando que dejara de llover para poder jugar.

Pero cuando el sol finalmente salió y los niños corrieron a buscar sus cosas para salir al recreo, se dieron cuenta de que faltaba algo muy importante: ¡el paraguas número 4 había desaparecido! - ¿Dónde está el 4? -preguntó el número 5, mirando a su alrededor con preocupación. - No lo sé -respondió el número 3-.

Lo vi hace un rato por aquí cerca, pero ahora no está. Los demás números comenzaron a buscar por todas partes. Miraban debajo de las mesas, detrás de los arbustos y hasta en los casilleros.

Pero no encontraban ni rastro del paraguas número 4. Justo cuando estaban a punto de rendirse, apareció una voz chillona desde arriba:- ¡Eh, chicos! ¿Qué están buscando? Era la letra —"P" , que estaba sentada en una rama del árbol más cercano.

- Estamos buscando al número 4 -explicó el número 6-. Se confundió con un paraguas y ahora no lo encontramos. La letra —"P"  frunció el ceño y bajó volando hasta donde estaban los números. - Eso es muy extraño -dijo ella-.

Nunca había oído hablar de algo así. ¿Cómo puede un número confundirse con un objeto? Los demás encogieron los hombros y se miraron entre sí sin saber qué decir.

Pero entonces apareció otra voz desde abajo:- Yo sé dónde está el paraguas número 4 -dijo la letra —"D"  desde el suelo. - ¿En serio? -preguntó el número 2, acercándose a ella-. ¡Dinos dónde! La letra —"D"  sonrió y señaló hacia una esquina del patio.

- Está ahí, en el rincón de los objetos perdidos. Lo vi cuando pasé por allí hace un rato.

Los números corrieron hacia el rincón de los objetos perdidos y allí encontraron al paraguas número 4, solito y triste entre otros objetos olvidados como un lápiz sin punta o una pelota desinflada. Pero cuando lo tomaron en sus manos, algo extraño comenzó a suceder: las varillas del paraguas se convirtieron en patitas y la tela se abrió para formar dos grandes alas.

El paraguas número 4 no era un simple objeto: ¡era una mariposa! Los demás números quedaron boquiabiertos mientras la mariposa volaba felizmente alrededor de ellos. - Nunca había visto algo así -dijo el número 7 con asombro.

- Ni yo -respondió la letra —"P" , que estaba igual de sorprendida-. Pero creo que esto nos enseña algo muy importante: nunca debemos subestimar a las cosas ni a las personas, porque siempre pueden sorprendernos con algo inesperado.

Los demás estuvieron de acuerdo y prometieron recordar esa lección para siempre. Y así, los números siguieron jugando bajo el sol mientras la mariposa número 4 revoloteaba junto a ellos, recordándoles que nunca es tarde para descubrir nuevas formas de ser felices.

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