La Mariposa Roja de Alondra



Erase una vez una niña soñadora y alegre; su nombre era Alondra. Todas las tardes, luego de terminar las tareas de la escuela, Alondra salía al patio a jugar, donde su risa se mezclaba con el canto de los pájaros y el murmullo del viento.

Un buen día, mientras recogía flores silvestres, se quedó asombrada al observar a una mariposa roja. Era hermosa y volaba libremente entre los árboles, como si estuviera invitándola a seguirla.

"¡Mirá lo linda que es!", exclamó Alondra, emocionada.

Alondra decidió seguirla y la mariposa comenzó a danzar en el aire, llevándola un poco más lejos de su casa. La pequeña la siguió por el jardín, cruzando pequeños caminos llenos de hojas y flores.

De repente, la mariposa voló hacia un árbol viejo y se posó sobre una rama baja. Alondra se acercó con cuidado, y la mariposa, al notar su presencia, pareció sonreírle.

"¿Por qué sos tan hermosa?", preguntó Alondra, tratando de captar la atención del insecto.

A su sorpresa, la mariposa respondió:

"Soy hermosa porque me esfuerzo por serlo, Alondra. Cada día elijo volar y disfrutar de la vida. ¿No quieres hacer lo mismo?"

Alondra se quedó muda de asombro. No podía creer que una mariposa le hablara, pero su curiosidad era más fuerte que su incredulidad.

"¿Y cómo puedo ser como vos?", preguntó Alondra con una mezcla de interés y determinación.

"Primero, debes creer en tus sueños. Y luego, trabajar cada día por ellos. Cada pequeño paso cuenta, Alondra", enseñó la mariposa, mientras aleteaba suavemente.

Alondra asintió con la cabeza, sintiendo que algo especial estaba por suceder. Con la mariposa roja volando a su lado, partió en una nueva aventura. Se lanzó a crear cosas hermosas: dibujar, cantar y bailar cada tarde después de sus tareas.

Al pasar los días, Alondra comenzó a notar que no solo el arte estaba mejorando. También se sentía más feliz y confiada. Un día decidió invitar a sus amigos a un concurso de talentos en su patio.

"¡Voy a bailar y mostrarles mis dibujos!", les dijo a sus amigos, que la miraron con algo de duda.

El día del concurso, Alondra estaba un poco nerviosa. Justo cuando las dudas la invadieron, la mariposa roja apareció de nuevo, revoloteando a su alrededor.

"Recordá lo que te dije, Alondra. Cada pequeño paso cuenta. Solo sé tú misma y disfrutá el momento", le susurró la mariposa.

Alondra respiró profundo y salió al escenario improvisado. Bailó, rió y mostró sus dibujos mientras sus amigos aplaudían y se reían con ella. Al final, recibió una ovación de pie.

"¡Sos increíble, Alondra!", gritaron sus amigos.

Alondra se dio cuenta de que estaba feliz no solo porque ganó, sino porque había seguido su sueño y lo había compartido.

"Todo gracias a una mariposa roja", pensó mientras miraba al insecto que ahora volaba feliz a su lado.

A partir de ese día, cada vez que Alondra veía una mariposa, recordaba que sus sueños eran valiosos y que tenía el poder de hacerlos realidad. Era solo cuestión de creer y, sobre todo, de atreverse a volar.

FIN.

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