La Mariposa Sin Alas



Había una vez una mariposa llamada Lila que vivía en un hermoso jardín lleno de flores brillantes. Mientras sus amigos mariposas volaban alegres por el aire, Lila se sentía triste porque ella no podía volar. Era una mariposa que, a pesar de haber crecido mucho, aún no había desplegado sus alas.

Un día, mientras Lila se sentaba en una hoja, sintiendo cómo el viento acariciaba su cuerpecito, comenzó a hablarle:

"Hola, viento. ¿Por qué no puedo volar como mis amigas?"

El viento, sorprendido al escucharla, respondió:

"Lila, cada uno tiene su tiempo. A veces, lo que parece un obstáculo es solo un camino distinto."

Lila suspiró. Sabía que el viento tenía razón, pero aún sentía miedo de no poder unirse a sus amigas en el vuelo. Por eso, decidió visitar a las otras fuerzas de la naturaleza. Primero fue a la lluvia.

"Querida lluvia, ¿por qué no puedo ser como mis amigas mariposas?"

La lluvia la miró con dulzura y dijo:

"Porque cada ser tiene su propósito, Lila. Tal vez tus alas aún no están listas, pero eso no significa que no puedas volar de otras maneras."

Con esas palabras alentadoras, Lila sintió un pequeño impulso dentro de su corazón y decidió intentar otra vez. Esa noche, mientras los truenos retumbaban en el cielo, Lila se encontró con uno de ellos.

"¡Hola, trueno! Tengo miedo de no poder volar jamás."

El trueno resonó con fuerza y le respondió:

"Deja que tu miedo se convierta en fuerza. Puedes vencer cualquier obstáculo que encuentres. ¡No te rindas!"

Inspirada por el trueno, Lila se sintió decidida a desafiar su destino. Al día siguiente, se acercó a un claro donde otras mariposas volaban y se reunió con ellas.

"¡Hola, chicas! Soy Lila, estoy aquí para intentarlo también. ¡Voy a volar!"

Las mariposas la miraron con curiosidad.

"Pero no tienes alas, Lila", dijo una mariposa con un brillo en sus ojos.

"¡No importa! Find will, find will!"

Lila cerró los ojos y, en lugar de intentar volar como las demás, recordó lo que el viento, la lluvia y el trueno le habían enseñado. Se llenó de coraje y corrió hacia el borde del claro sin miedo.

Y en ese momento, las mariposas comenzaron a volar alrededor de ella, formando un círculo mágico y, con cada movimiento, animándola:

"¡Vamos, Lila! ¡Tú puedes!"

De repente, Lila sintió una brisa cálida que la levantaba. Cerró los ojos, se dejó llevar y, para su sorpresa, comenzó a flotar en el aire. No era volar como las otras mariposas, pero sí estaba en el aire gracias al viento que la apoyaba.

Lila giró, se zambulló y se deslizó entre las flores. Las mariposas festejaban a su alrededor:

"¡Eres increíble, Lila! ¡Mirá cómo te ayuda el viento!"

"Nunca lo había pensado así. Estoy volando a mi manera..."

Con su nuevo enfoque, Lila comenzó a disfrutar cada momento, sintiendo cómo el viento la guiaba. Desde entonces, acudía al viento para que la ayudara a flotar más alto, nunca se sintió sola porque sabía que tenía el apoyo de la lluvia, el viento y el trueno. El miedo se transformó en alegría y curiosidad.

Finalmente, un día, mientras exploraba su jardín en el aire, Lila se dio cuenta de que sus alas habían empezado a brillar y a llenarse de colores.

"¡Damas y caballeros! Funciona el poder de la confianza. ¡He encontrado mis alas!"

Las otras mariposas la abrazaron y danzaron en el aire.

"¡Lo lograste, Lila! ¡Ahora puedes volar de verdad!"

"Todo se debe a la fuerza que me dieron mis amigos de la naturaleza."

Desde ese día, Lila no solo volaba, sino que también recordaba a cada instante que a veces la verdadera fuerza viene de rodearse de quienes nos apoyan y nos inspiran. Aprendió que no necesitaba ser como los demás, su viaje era único y eso era perfecto. Así, su vida se llenó de aventuras y amistad, y nunca olvidó el poder del viento, la lluvia y el trueno que siempre le dieron fuerzas cuando más los necesitó.

FIN.

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