La Mariposa Sofía y la Búsqueda de la Belleza Interior
En un hermoso jardín lleno de flores de todos los colores, vivía una mariposa llamada Sofía. Sofía era una mariposa con alas de un azul brillante, pero siempre sentía que no era tan hermosa como las demás mariposas.
"Oh, ojalá fuera tan hermosa como la mariposa Margarita, que tiene alas de un color dorado brillante", susurraba Sofía mientras observaba a Margarita revoloteando entre las flores.
Un día, decidió que haría lo que fuera necesario para ser la más hermosa de todas. Comenzó a probar diferentes coberturas y pintar sus alas con los colores de las flores más llamativas. Se pintó de rojo, amarillo, y hasta verde.
"Mirá cómo resplandezco ahora", dijo, haciendo una pirueta frente a un grupo de mariposas. Pero las otras mariposas la miraron con curiosidad pero no con admiración.
"Sofía, no necesitas cambiar para ser bella. Eres hermosa tal como sos", le dijo su amiga Lucía, una mariposa con alas de color violeta.
"No, Lucía, vos no entendés. Quiero ser la más bonita del jardín", respondió Sofía, con determinación.
Pasaron los días y Sofía siguió experimentando con sus alas. Un día, mientras estaba en el charco, una ranita la miró y dijo:
"¿Por qué te pintás? No necesitás pintura para ser hermosa, ¡mira lo que te estás perdiendo!"
Sofía, un poco confundida, respondió:
"Pero yo quiero ser la más hermosa".
La ranita sonrió y le contestó:
"La belleza real viene de dentro. La alegría, la amabilidad, eso es lo que realmente brilla. ¡Deja que tu verdadera esencia se vea!"
Sofía se quedó pensando en esto. Pero, aún quería ser reconocida por su belleza exterior. Así que decidió ir al concurso de belleza del jardín, donde las mariposas estaban emocionadas por ganar. Cada una mostró sus alas brillantes, y cuando llegó el turno de Sofía, lucía una mezcla de colores que había creado. Los jueces se miraron confundidos.
"¡Qué colorido! pero, ¿dónde está la Sofía que conocemos?", comentó uno de ellos.
Sofía se sintió pequeña. En ese momento, recordó lo que le había dicho la ranita.
"Quizás, lo que hace a una mariposa bella no son solo los colores, sino lo que compartimos y lo que somos por dentro", pensó. Con un suspiro profundo, decidió dejar de lado la pintura y mostró su versión natural con alas que parecían un cielo radiante.
Cuando empezó a moverse, todos la miraron. Atraída por su autenticidad, las mariposas comenzaron a sonreír.
"¡Esa es la Sofía que todos conocemos y amamos!", exclamó Lucía.
El jurado, ya impresionado por la belleza simple y honesta de Sofía, le otorgó un premio especial por su autenticidad y su hermosa presencia.
Desde ese día, Sofía comprendió que la verdadera belleza no estaba en ser la más hermosa exteriormente, sino en ser ella misma y esparcir alegría por donde fuera.
Así, la mariposa Sofía se convirtió en el alma del jardín, y sus amigas la querían no solo por su belleza, sino por su calidez. Y siempre, desde entonces, repetía:
"La belleza está en cada uno de nosotros, ¡solo tenemos que dejarla brillar!"
FIN.