La Mariposa Valiente
En un hermoso lago, donde las flores siempre estaban en flor y los pájaros cantaban alegres, vivía una mariposa llamada Lola. Lola era una mariposa de colores vibrantes: tenía alas azules, verdes y amarillas que brillaban bajo el sol. Sin embargo, no todo era perfecto en la vida de Lola, ya que tenía un gran miedo: temor al agua.
Un día, mientras volaba cerca del lago, Lola escuchó a sus amigos, los sapitos, hablar sobre un nuevo juego que estaban planeando.
"¡Vamos a jugar en el agua!", dijo uno de los sapitos.
"Sí, será muy divertido nadar y chapotear", agregó otro.
Lola sintió un escalofrío. La idea de entrar al agua le daba pavor. Recordaba la última vez que había intentado acercarse y se había caído en el lago, asustada de la profundidad y de cómo las cosas se movían debajo de la superficie. Así que decidió que no jugaría con ellos.
Al día siguiente, mientras los sapitos se divertían, Lola se sentó bajo una hoja de árbol, sintiéndose triste.
"¿Por qué no te unes a nosotros, Lola?", preguntó uno de los sapitos al verla.
"No puedo, tengo miedo del agua", respondió Lola con voz temblorosa.
Entonces, un viejo y sabio pez llamado Don Pez se acerca a ella.
"¿Por qué tienes tanto miedo, querida mariposa? El agua puede ser divertida y refrescante si aprendes a disfrutarla."
"No sé nadar y no quiero caerme de nuevo", dijo Lola con lágrimas en los ojos.
"Todos empezamos teniendo miedo de algo. Lo importante es saber que podemos enfrentarlo poco a poco. Yo también tenía miedo de salir del agua, pero mis amigos me ayudaron a vencerlo", contestó Don Pez.
Lola lo miró con curiosidad.
"¿Y cómo lo hiciste?", preguntó.
"Comencé por mojarme un poco las alas, luego fui entrando lentamente. Mis amigos me estaban esperando y me enseñaron a flotar", dijo él, sonriendo.
Lola sintió que el consejo de Don Pez la animaba. Así que decidió que ese día intentaría al menos mojarse un poco. Cuando llegó al borde del lago, miró al agua cristalina con un poco de incertidumbre.
"Solo un poquito, solo un poquito", se dijo a sí misma.
"¡Vamos, Lola, puedes hacerlo!", le gritaban los sapitos desde el agua.
Respirando hondo, Lola mojó una de sus alas. La sensación fue extraña pero no tan mala.
"¡Bien, sigue!", le dijo Don Pez.
"¡Eso es, Lola!", animaron los sapitos.
Poco a poco, Lola se fue atreviendo a mojarse más y más. Luego, vio que sus amigos estaban haciendo formas divertidas en el agua.
"¿Puedo unirme a ustedes?", preguntó con nerviosismo.
"¡Por supuesto! Ven, te enseñaremos", le respondieron.
Y así, un paso a la vez, Lola se adentró en el agua. Al principio, se sentía un poco insegura, pero pronto descubrió que estaba flotando.
"¡Lo logré!", gritó, llena de alegría.
Con el tiempo, se dio cuenta de que el agua no era tan aterradora como había pensado. Con la ayuda de sus amigos, comenzó a chapotear, a nadar y a jugar, llenando el lago de risas y colores.
"¡Soy una mariposa nadadora!", gritó Lola emocionada.
Desde ese día, Lola ya no temía al agua. Cada vez que sus amigos planificaban juegos en el lago, ella estaba lista para unirse. Aprendió que enfrentar sus miedos podía llevarla a nuevas aventuras y que siempre podía contar con la ayuda de sus amigos para superarlos.
Y así, con valentía, Lola se convirtió en la mariposa más feliz y valiente del lago, demostrando que, a veces, lo que más tememos puede convertirse en una de nuestras experiencias más queridas si tenemos el valor de enfrentarlo.
FIN.