La Mariposa Valiente



Érase una vez, en un colorido jardín lleno de flores brillantes y árboles frondosos, una pequeña mariposa llamada Lila. Lila tenía alas de un azul intenso con destellos amarillos, pero a pesar de su belleza, siempre se sentía un poco insegura.

Un día, mientras volaba alrededor de las flores, Lila se encontró con un grupo de insectos que parecían estar muy preocupados. Al acercarse, Lila vio que una pequeña oruga había quedado atrapada en una tela de araña.

"¡Ayuda! ¡Ayuda!" - gritó la oruga, temblando de miedo.

Lila, sintiendo compasión, dijo:

"No te preocupes, ¡voy a ayudarte!"

Pero las otras mariposas le advirtieron:"¡No, Lila! Es muy peligroso acercarse a la tela de araña. ¡Podrías quedar atrapada también!"

Lila dudó por un momento, pero luego recordó lo que su abuela le decía: "La valentía no es la ausencia de miedo, sino hacer lo correcto a pesar del miedo". Entonces, decidió que debía intentarlo.

"Voy a ir", afirmó Lila, y con un rápido movimiento, se acercó a la tela. Con sus alas vibrantes, comenzó a aletear con fuerza, distrayendo a la araña mientras intentaba liberar a la oruga.

La araña, confundida por el vuelo de Lila, dejó de prestar atención a la oruga, y abriendo su pequeño pico, Lila trabajó rápidamente.

"¡Vamos! ¡Un poquito más!" - animó la mariposa a la oruga, que estaba temblando de miedo.

Finalmente, la oruga pudo liberarse de la tela.

"¡Gracias, Lila!" - exclamó la oruga, aún un poco aturdida, pero muy agradecida.

"No hay de qué, eso es lo que hacen los amigos" - respondió Lila, sintiéndose orgullosa de su valentía.

Pero la aventura no terminó ahí. La araña, al ver que su presa se escapó, comenzó a perseguir a Lila y a la oruga.

"¡Rápido! ¡Vuela!" - gritó la oruga, mientras ambos comenzaban a volar descontroladamente por el jardín.

Lila sabía que debía pensar rápido. De repente, vio un grupo de flores grandes que podrían cubrirlas de la vista de la araña.

"¡Sígueme!" - dijo Lila, guiando a la oruga hacia las flores. Se escondieron bajo las grandes hojas y respiraron aliviadas.

"¿Nos habrá encontrado?" - preguntó la oruga, con un hilo de voz.

"No creo... pero debemos ser cautelosos" - respondió Lila.

Mientras estaban escondidas, comenzaron a hablar sobre lo que habían aprendido de la aventura.

"Fui muy valiente, gracias a vos, amigo" - dijo la oruga.

"¿Valiente? ¡No! Solo fui yo misma" - contestó Lila, sonriendo.

Pasó el tiempo, y la oruga le confesó a Lila que estaba muy emocionada por convertirse en mariposa.

"¿Cómo es ser mariposa?" - preguntó la oruga con curiosidad.

"Es maravilloso. Puedes volar alto, sentir el viento en tus alas y explorar el mundo" - respondió Lila con entusiasmo.

"Quiero experimentar eso" - dijo la oruga, con una chispa en los ojos.

Con el paso de los días, la oruga empezó a buscar un lugar donde descansar y prepararse para su transformación. Lila la ayudaba a encontrar hojas cómodas y la cuidaba bien. Un día, la oruga se sintió lista y se metió en su capullo.

"Prometeme, Lila, que me esperarás" - pidió la oruga desde su capullo.

"¡Te prometo!" - respondió Lila, emocionada.

Días después, Lila notó algo raro en el capullo. Un movimiento. Con gran expectativa, observó cómo poco a poco la oruga se iba transformando. Finalmente, un día glorioso, la oruga salió de su capullo, no como una simple oruga, sino como una hermosa mariposa.

"¡Mirá, Lila! ¡Soy yo!" - gritó feliz, mostrando sus alas brillantes.

"¡Sos bellísima!" - respondió Lila, saltando de alegría.

Al final, ambas mariposas volaron juntas en un día soleado, explorando cada rincón del jardín que antes sólo podían soñar. Lila se dio cuenta de que había aprendido algo importante; la verdadera valentía no solo se trata de enfrentar peligros, sino también de estar presente y acompañar a los demás en su camino.

"¡Mirá hasta dónde hemos llegado!" - exclamó Lila, mientras volaban entre las flores.

"Y todo gracias a tu valentía" - le devolvió la mirada la nueva mariposa.

A partir de entonces, Lila y su amiga continuaron explorando juntas, descubriendo que la amistad y el apoyo mutuo son las alas que nos permiten volar más alto.

Y así, en el jardín colorido, las dos mariposas siguieron viviendo muchas aventuras, siempre recordando que ser valiente también significa ayudar a los demás.

FIN.

Dirección del Cuentito copiada!