La Mariposa y el Gato
Era una hermosa mañana en el jardín de la abuela Clara. Las flores estaban en su máximo esplendor, y por entre sus coloridos pétalos volaba una mariposa llamada Lila. Lila era una mariposa curiosa y siempre deseaba explorar el mundo que la rodeaba.
Un día, mientras Lila revoloteaba entre las flores, vio algo que la hizo detenerse: un gato callejero llamado Tomás. Era un gato de pelaje atigrado, con ojos verdes como esmeraldas. Tomás estaba sentado en la sombra de un árbol, mirando hacia el cielo con una expresión pensativa.
"Hola, ¡tú!" - dijo Lila, acercándose a él con un aleteo alegre. "¿Por qué mirás al cielo?"
Tomás levantó la vista y, sorprendido, respondió:
"Hola, pequeña mariposa. Estoy buscando algo, pero no sé muy bien qué es. Siento que hay algo en el aire que no puedo alcanzar."
Intrigada, Lila voló un poco más cerca y preguntó:
"¿Y qué es lo que te gustaría encontrar?"
"Me gustaría encontrar la felicidad, pero no sé dónde buscarla."
Lila sonrió con alegría y le dijo:
"La felicidad está en las pequeñas cosas, Tomás. ¡Vamos a buscarla juntos!"
Tomás se levantó emocionado y asintió con la cabeza. Así, la mariposa y el gato comenzaron su aventura. Lila lo llevó a ver las flores más bellas, donde las abejas hacían su trabajo.
"¡Mirá!" - exclamó Lila "Las abejas son felices porque ayudan a las flores a crecer. Tal vez sepas que la felicidad también está en ayudar a los demás."
Tomás miró a las abejas trabajando y sonrió. Sin embargo, todavía sentía que faltaba algo.
Continuaron su camino y llegaron a un estanque. Allí vieron a unos patitos chapoteando en el agua, jugando entre ellos.
"¡Qué lindos son!" - dijo Lila "Ellos están felices porque se divierten jugando. Tal vez deberías jugar también, Tomás."
"Sí, pero no sé jugar..." - respondió Tomás, un poco desanimado.
Lila, siempre entusiasta, lo animó:
"¡Vamos, te enseñaré a jugar! Aquí hay un tronco. Imaginemos que es un barco pirata y que somos los capitanes."
Así, ambos comenzaron a jugar, y Tomás se olvidó de sus preocupaciones. Rió y corrió tras la mariposa, mientras Lila volaba por encima de él. Después de un rato, su corazón se llenó de felicidad.
"¡Esto es divertidísimo!" - exclamó Tomás.
Pero mientras estaban en su juego, un fuerte viento sopló, y Lila se vio arrastrada lejos del árbol.
"¡Lila!" - gritó Tomás, asustado.
"¡No te preocupes! Solo tengo que volar un poco más fuerte. ¡Volveré!"
Desesperado, Tomás intentó seguirla, pero el viento lo detenía. Con un gran esfuerzo, se acercó al lugar donde había aterrizado Lila, la excelente mariposa. Cuando finalmente la alcanzó, vio que Lila temblaba un poco.
"¿Estás bien?" - preguntó Tomás, preocupado.
"Sí, pero el viento me asustó. Sin embargo, no puedo dejar que algo como eso me impida buscar la felicidad."
Tomás reflexionó sobre las palabras de Lila.
"A veces, las cosas que nos asustan son simplemente parte del juego de la vida."
Y así, juntos, regresaron al jardín. Aprendieron a apreciar lo que ya tenían y a jugar juntos, fuertes en su amistad. Descubrieron que la felicidad estaba no solo en lo que buscaban, sino también en los momentos compartidos y en apoyarse mutuamente. Desde entonces, Lila y Tomás fueron inseparables, viviendo aventuras y encontrando alegría en el viaje de la vida.
FIN.