La Masa Mágica que Vino de Paseo



Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Tortuguitas, una masa de pan que era realmente especial. No era una masa común y corriente, ¡no! Esta masa tenía un brillo dorado y un aroma que hacía que cualquier persona se le antojara un delicioso pan recién horneado. A esta masa mágica le encantaba conocer niños y jugar, así que un día decidió salir de su hogar, una panadería acogedora de la esquina, y aventurarse en el mundo.

Mientras la masa saltaba alegremente por la calle, los niños la miraban con ojos curiosos.

"¿Qué sos?" - preguntó Sofí, una nena de siete años, con una gran sonrisa.

"¡Soy una masa mágica! Vine a conocer a los niños y jugar un poco. ¿Quieren unirse a mí?" - respondió la masa, haciendo un giro en el aire.

Sofí y sus amigos, Tomi y Lila, intercambiaron miradas emocionadas.

"¡Sí, sí!" - gritaron al unísono.

La masa mágica los llevó a un parque cercano donde había muchos juegos. Pero no eran un parque cualquiera; al tocar la arena del parque con su figura, se convirtió en un divertido espacio de juegos. ¡Había toboganes de chispas de chocolate, columpios de malvaviscos y un carrusel hecho de nubes!"¡Miren!" - exclamó Lila mientras saltaba del columpio de malvavisco. "¡Este columpio es tan suave como una nube!"

La masa mágica sonrió y dijo:

"¡Eso es porque los sueños son dulces aquí! Por eso quise traerlos a este lugar. Pero hay algo importante que aprender hoy."

Intrigados, los niños se acercaron a escuchar.

"Hoy no solo vamos a jugar, también vamos a aprender sobre la amistad y el trabajo en equipo. ¿Qué les parece?" - sugirió la masa, guiñando un ojo.

"¡Me encanta la idea!" - respondió Tomi. "¿Cómo vamos a hacerlo?"

"Voy a crear un juego. Tendrán que formar equipos y ayudar a construir algo juntos, como un castillo de arena gigante. Yo les daré las instrucciones mágicas."

Los niños se agruparon y empezaron a trabajar. Pero, mientras construían, un viento travieso comenzó a soplar y derribó la torre de su castillo.

"¡Oh no!" - gritó Sofí. "¿Qué vamos a hacer ahora?"

La masa mágica se acercó y dijo:

"No se preocupen. A veces, las cosas no salen como uno espera. ¡Es un buen momento para trabajar juntos y no darse por vencidos!"

Los niños miraron a su alrededor y, en lugar de desanimarse, decidieron reírse y volver a empezar. Se pusieron a trabajar en equipo nuevamente, compartiendo ideas y ayudándose unos a otros.

"Yo puedo hacer la parte de arriba y ustedes lo demás," - dijo Lila.

"¡Genial! Y podemos decorarlo con flores que encuentren por el parque," - propuso Tomi.

Y así, con mucho esfuerzo y trabajo en grupo, el castillo empezó a tomar forma. Al final del día, lograron construir un hermoso castillo de arena decorado con flores de papel cortadas por ellos mismos.

"¡Lo logramos!" - celebraron juntos.

La masa mágica, con una sonrisa orgullosa, dijo:

"Lo hicieron genial, chicos. Aprendieron que con esfuerzo y amistad, siempre podemos salir adelante, ¡incluso si las cosas no salen como las planeamos!"

El sol empezó a ponerse, y era hora de que la masa mágica regresara a su panadería. Los niños la miraron con tristeza.

"Nos vamos a acordar de vos y de lo que aprendimos," - le aseguró Sofí. "¡Volvé a visitarnos!"

"Seguro que volveré. Recuerden siempre trabajar en equipo y ser buenos amigos. ¡Hasta la próxima!" - dijo la masa mágica, saltando alegremente y desapareciendo por la calle.

Desde ese día, cada vez que los niños jugaban juntos, recordaban a la masa mágica y la importancia de apoyarse entre ellos, creando lazos de amistad que durarían para siempre.

FIN.

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