La medalla mágica del Bosque Encantado
Había una vez un niño llamado Martín que vivía en un pequeño pueblo rodeado de bosques. Martín tenía un amigo muy especial, un conejito llamado Orejitas. Juntos pasaban largas horas jugando y explorando el mundo.
Un día, mientras jugaban cerca del bosque, Orejitas se alejó corriendo hacia su interior. Martín, preocupado por su amiguito, decidió seguirlo sin pensarlo dos veces. Corrió y corrió hasta llegar a un lugar desconocido: el Bosque Encantado.
El Bosque Encantado era mágico y lleno de criaturas fantásticas. Pero también estaba habitado por una bruja oscura y malvada que disfrutaba haciendo travesuras a los animales inocentes que se aventuraban allí.
Martín buscó desesperadamente a Orejitas entre los árboles altos y frondosos, pero no lograba encontrarlo. Entonces recordó la medalla mágica que llevaba alrededor de su cuello. Era un regalo de su abuela y le había dicho que lo protegería en momentos difíciles.
Martín agarró la medalla con fuerza y pronunció unas palabras mágicas: "Medallita querida, ayúdame a encontrar a mi amiguito perdido". En ese momento, la medalla comenzó a brillar intensamente e iluminó el camino hacia donde se encontraba Orejitas.
Siguiendo la luz de la medalla mágica, Martín llegó hasta una cueva oscura donde encontró atrapado a Orejitas en una jaula de cristal. El conejito estaba asustado pero al ver a Martín se llenó de alegría. Justo en ese momento, la bruja oscura apareció riendo maliciosamente.
"¡Ja, ja, ja! Ahora me perteneces, niño tonto", dijo la bruja mientras lanzaba un hechizo sobre Martín y Orejitas. Sin embargo, la medalla mágica protegió a Martín y al conejito del hechizo.
La energía de la medalla envolvió a la bruja oscura y la transformó en un pequeño pájaro negro. La bruja había perdido su poder malvado. Martín abrió rápidamente la jaula de cristal y liberó a Orejitas.
Los dos amigos se abrazaron emocionados por haberse encontrado nuevamente. Juntos, regresaron al pueblo mientras el pajarito volaba detrás de ellos. Desde aquel día, Martín y Orejitas siguieron siendo inseparables. Aprendieron que el verdadero valor está en el amor y la amistad sincera.
También descubrieron que incluso los seres más oscuros pueden cambiar si les das una oportunidad. Martín decidió cuidar del pajarito transformado en su hogar junto con Orejitas.
Le construyeron un nido acogedor en un árbol cercano al pueblo y lo llamaron Pajarito Amigo. Y así fue como Martín aprendió una valiosa lección: que no importa cuán difíciles sean las situaciones, siempre podemos encontrar una solución si tenemos fe en nosotros mismos y confiamos en nuestras habilidades mágicas interiores. Fin
FIN.