La medicina de Sofía



Había una vez una niña llamada Sofía, quien vivía en una pequeña casa junto a un hermoso jardín. Sofía era muy alegre y siempre se la pasaba jugando entre las flores y los árboles.

Un día, mientras saltaba de flor en flor, Sofía recibió una triste noticia: su abuelita se había enfermado gravemente. El corazón de Sofía se llenó de preocupación y decidió hacer todo lo posible para ayudarla.

Sofía recordó que su abuelita le había contado sobre un antiguo libro de recetas mágicas que tenía escondido en el desván. Según decían, este libro contenía la fórmula secreta para preparar una medicina especial que podía curar cualquier enfermedad.

Llena de determinación, Sofía subió al desván y encontró el viejo libro polvoriento. Con cuidado, comenzó a ojear sus páginas hasta encontrar la receta que buscaba. Pero pronto descubrió que necesitaba ingredientes muy especiales y difíciles de conseguir. Sin embargo, Sofía no se rindió.

Salió corriendo hacia el jardín con el libro bajo el brazo y empezó a buscar los ingredientes mágicos. En ese momento, las flores cobraron vida y unas hadas aparecieron ante ella. - Hola, pequeña Sofía -dijo la reina hada-.

¿En qué podemos ayudarte? - Mi abuelita está enferma y necesito encontrar estos ingredientes mágicos para prepararle la medicina -explicó Sofía mostrándoles el libro. Las hadas sonrieron amablemente y prometieron ayudarla.

Juntas, emprendieron una emocionante aventura por el jardín mágico en busca de los ingredientes. La primera parada fue el árbol de manzanas doradas. Las hadas pidieron permiso al árbol y este les concedió algunas manzanas especiales que solo crecían cada cien años.

Sofía guardó las manzanas con cuidado y continuaron su camino. Luego, llegaron al lago cristalino donde vivían las sirenas. Sofía se acercó a ellas y les explicó su misión.

Las sirenas le entregaron unas gotas de agua pura del lago, que eran conocidas por tener propiedades curativas. El siguiente ingrediente era la flor del sol radiante, que solo florecía en la parte más alta de la montaña.

Con ayuda de las hadas, Sofía escaló hasta la cima y encontró una hermosa flor amarilla brillante como el sol. Finalmente, llegaron al último ingrediente: la lágrima de unicornio. Las hadas llevaron a Sofía a un claro del bosque donde había un majestuoso unicornio blanco llorando suavemente.

Con mucho cuidado, Sofía recogió una lágrima del unicornio y lo consoló con cariño. Con todos los ingredientes en su poder, Sofía regresó a casa emocionada y preparó la medicina siguiendo paso a paso las instrucciones del libro mágico.

Una vez lista, corrió hacia el cuarto de su abuelita y le dio una pequeña dosis. Para sorpresa de todos, apenas unos minutos después, la abuelita comenzó a sentirse mejor.

La medicina había funcionado y Sofía se llenó de alegría al ver la sonrisa en el rostro de su abuelita. Desde ese día, Sofía supo que nunca debía rendirse ante los obstáculos y que siempre habría alguien dispuesto a ayudarla en sus momentos más difíciles.

Además, aprendió que la magia puede estar presente en los lugares más inesperados, como un jardín mágico y hadas amigables.

Y así, Sofía continuó jugando en su jardín con una felicidad aún mayor porque sabía que había logrado algo increíble: haber curado a su abuelita gracias a su valentía y perseverancia.

FIN.

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