La medicina mágica del abuelo
En un tranquilo pueblo de la provincia de Buenos Aires, vivía un niño llamado Emilio. Él siempre estaba lleno de energía y alegría, pero un día se enfermó y perdió toda su vitalidad. Pasó varios días en cama, sin ganas de jugar ni de reír. Sus padres estaban muy preocupados y decidieron llevarlo a visitar a su querido abuelo, Don Ernesto, un hombre sabio y lleno de historias fantásticas. Tan pronto como vio a su nieto, el abuelo supo lo que debía hacer.
"Emilio, ven conmigo", dijo el abuelo, llevándolo a su jardín secreto.
"¿Y esto, abuelo?", preguntó Emilio sorprendido al ver un jardín lleno de plantas extrañas.
"Estas son hierbas mágicas, Emilio. Con ellas, prepararé una medicina especial que te ayudará a recuperar tu fuerza y alegría", dijo el abuelo con una sonrisa.
El abuelo recogió cuidadosamente las hierbas, las mezcló con cariño y preparó una poción especial. Le entregó a Emilio un vaso con el líquido aromático y le dijo:
"Esta es la medicina mágica, pero para que funcione, además de tomarla, necesitas creer en su poder y seguir mis consejos".
Emilio asintió y tomó la medicina de un solo trago. Al instante, sintió una cálida energía recorrer su cuerpo y una sonrisa se dibujó en su rostro. El abuelo lo abrazó con amor y le dijo:
"Ahora que la medicina ha hecho su efecto, es hora de poner en práctica los consejos. Debes descansar lo necesario, comer sano, beber mucha agua y hacer ejercicio suave. Con todo eso, volverás a ser el Emilio lleno de alegría que todos conocemos".
Así, Emilio siguió todos los consejos de su abuelo al pie de la letra. Poco a poco, su vitalidad regresó y volvió a jugar con sus amigos, correr por el pueblo y disfrutar de la vida. El abuelo le enseñó el valor de la medicina, pero también la importancia de cuidar su cuerpo y su mente. Emilio no solo se curó, sino que también aprendió a valorar las enseñanzas de su abuelo, convirtiéndose en un niño más fuerte, sabio y agradecido.
FIN.