La Mejor Madre
Había una vez, en un pequeño pueblo llamado Arcoíris, una madre llamada Rita que era conocida por ser la mejor madre del vecindario. Cada mañana, antes del amanecer, ella se levantaba para preparar el desayuno más delicioso para sus hijos, Tomás y Lila.
"¡Despertate, Tomás! ¡Lila! ¡El desayuno está listo!" - gritaba Rita con una sonrisa radiante.
Tomás y Lila se despertaban rápidamente, encantados de probar los pancakes que su madre les hacía con formas de animales. Pero no solo era el desayuno lo que hacía a Rita una madre excepcional; su alegría era contagiosa, y siempre tenía un tiempo para escuchar y jugar con sus hijos.
Un día, mientras estaban en el parque, Tomás le dijo:
"Mamá, ¿por qué siempre estás tan feliz?"
"Porque cada día es una nueva aventura, Tomás. Y tenerlos a ustedes es lo mejor de todo" - respondió Rita, acariciando sus cabecitas.
A medida que pasaban los días, sin embargo, algo extraño comenzó a suceder. Cada vez que Tomás y Lila volvían del colegio, Rita parecía un poco más cansada.
"¿Estás bien, mamá?" - preguntó Lila, preocupada.
"Claro que sí, sólo he estado organizando algunas cosas en casa" - dijo Rita, forzando una sonrisa.
Los niños decidieron investigar. Una tarde, fueron a la cocina y encontraron una gran cantidad de cajas. Una de ellas estaba abierta, y dentro había juguetes y libros. Al abrir los cajones, se dieron cuenta de que su madre no solo cuidaba de ellos, sino también de muchos otros niños del pueblo. Cada semana, Rita organizaba actividades de donación para ayudar.
"¡Mirá, Tomás! ¡Tantos juguetes!" - exclamó Lila, con los ojos deslumbrados.
"¡No puedo creer que mamá haga esto!" - dijo Tomás, sorprendidos.
Esa noche, los dos hermanos se sentaron a hablar.
"Debemos ayudarla, Lila" - propuso Tomás.
"Sí, pero ¿cómo?" - respondió ella.
Después de pensar un rato, Lila tuvo una idea brillante.
"Podemos hacer una venta de limonada en el parque y donar las ganancias para comprar más juguetes y libros para los niños necesitados", sugirió.
"¡Eso suena genial!" - respondió Tomás emocionado.
Al día siguiente, decidieron actuar. Prepararon limonada casera y pusieron un letrero que decía: "VENTA DE LIMONADA - ¡Ayudemos a los niños!". Pronto, el parque se llenó de gente: vecinos, amigos y familiares. Todos ansiosos por probar la refrescante limonada de Lila y Tomás.
"Un sorbo para mí, una sonrisa para ellos" - decía Rita mientras miraba a sus hijos con orgullo.
Al finalizar la jornada, los hermanos contaron las monedas que habían ganado.
"¡Tenemos suficiente para comprar muchos juguetes!" - gritó Lila.
"Y también libros" - agregó Tomás.
Llenos de alegría, fueron a la tienda y adquirieron lo que habían prometido. Al llegar a casa, Rita se sorprendió al ver a sus hijos con las cajas de juguetes.
"¿Qué es esto, mis amores?" - preguntó, mientras sus ojos se llenaban de emoción.
"¡Es nuestra forma de ayudarte, mamá!" - exclamó Tomás con una gran sonrisa.
"Gracias, hijos. Esto significa mucho para mí" - dijo Rita, abrazándolos.
El día de la entrega llegó, y juntos fueron a entregar los regalos a un centro comunitario. Todos los niños esperaban con sonrisas, y Rita se emocionó.
"¡Mamá, mirá cuántos niños hay!" - dijo Lila, maravillada.
"Sí, y hoy, ustedes les darán alegría" - respondió Rita, abrazando a sus hijos.
Al final del día, se dieron cuenta de que no solo habían ayudado a otros, sino que también habían creado un vínculo más fuerte como familia.
"Gracias por ser la mejor madre, mamá" - dijo Tomás con gratitud.
"No lo olvidaré nunca, mamá" - agregó Lila.
Rita sonrió y les dijo:
"La felicidad se comparte, y juntos podemos hacer del mundo un lugar mejor".
Desde entonces, Lila y Tomás aprendieron que ser una gran familia significa apoyarse mutuamente y crear sonrisas en aquellos que más lo necesitan. Y siempre, siempre, compartir el amor. Y así, Rita continuó siendo la mejor madre, no solo para sus hijos, sino también para muchos más en el pueblo de Arcoíris.
FIN.