La melodía de la amistad
Había una vez una mesa de jardín llamada Margarita. Era una mesa muy especial, ya que tenía la capacidad de cantar canciones alegres y divertidas.
Vivía en un hermoso jardín junto a sus amigos: el banco Don Ramón, la silla Sofía y el sillón Antonio. Un día, mientras Margarita estaba cantando su canción favorita, llegaron unos niños al jardín. Eran los hijos de Marta y Pedro, dos vecinos del lugar.
Los niños se acercaron curiosos hacia la mesa y empezaron a reírse cuando escucharon su melodiosa voz. "¡Mira mamá, esta mesa canta!"- exclamó emocionado uno de los niños.
Los padres se acercaron sorprendidos y escucharon atentamente cómo Margarita les cantaba una canción sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. "Es increíble"- dijo Marta-. Nunca había visto algo así antes. Desde ese momento, los niños comenzaron a visitar el jardín todos los días para escuchar las canciones de Margarita.
La mesa les enseñaba sobre valores como el respeto, la amistad y la importancia de estudiar.
Un día, mientras Margarita entonaba una melodía sobre compartir con los demás, llegó un nuevo personaje al jardín: era Lucas, un niño tímido que no tenía muchos amigos en el colegio. Al principio estaba asustado por las voces que provenían del jardín pero decidió acercarse para ver qué ocurría. "Hola Lucas"- saludó Margarita con alegría-.
¿Quieres escuchar una canción? Lucas asintió tímidamente y se sentó en el banco Don Ramón. Margarita comenzó a cantar una canción sobre la importancia de ser uno mismo y no preocuparse por lo que piensen los demás. "Eres valioso tal como eres, Lucas"- le dijo Margarita-.
No tengas miedo de mostrarte como realmente eres. Lucas sonrió tímidamente y poco a poco fue ganando confianza. Los niños del jardín también se acercaron a él y pronto se hicieron amigos inseparables.
Los días pasaban y Margarita seguía cantando sus hermosas canciones para todos los niños del barrio. Pero un día, cuando llegaron al jardín, se encontraron con una sorpresa desagradable: la mesa había desaparecido. "¡Oh no! ¿Dónde está Margarita?"- preguntó uno de los niños preocupado.
Todos buscaron por todo el jardín pero no encontraron rastro alguno de la mesa cantante. Estaban muy tristes sin su amiga. Pasaron varios días sin tener noticias de Margarita, hasta que un día recibieron una carta en el buzón del jardín.
Era de Margarita, quien les contaba que había sido llevada por unos duendes a un lugar mágico donde todas las mesas podían hablar y cantar. "No estoy triste porque sé que estaré feliz allí", decía la carta-.
Pero siempre llevaré en mi corazón a cada uno de ustedes. Gracias por hacerme sentir especial". Los niños lloraban al leer la carta, pero sabían que debían estar felices por su amiga Margarita.
Decidieron seguir disfrutando del jardín y recordando todas las canciones que les había enseñado. Los años pasaron y los hijos de Marta y Pedro crecieron. Ahora eran ellos quienes llevaban a sus hijos al jardín para contarles historias sobre la mesa cantante Margarita.
Los niños escuchaban atentamente, imaginando cómo sería tener una amiga tan especial como ella. Y así, la historia de Margarita se convirtió en leyenda en el barrio.
Aunque ya no estaba físicamente allí, su espíritu vivía en cada niño que visitaba el jardín, recordándoles siempre la importancia de la amistad, el respeto y la alegría de compartir momentos especiales con quienes más queremos.
FIN.