La Melodía de la Amistad
Érase una vez, en la hermosa Isla Tortuga, vivía un monstruo llamado Mammott. Mammott era único y especial, ya que tenía todo el cuerpo cubierto de un suave y brillante pelo blanco.
Además, siempre llevaba una sonrisa con dientes grandes que iluminaba su rostro. Mammott amaba cantar y bailar. Todos los días se despertaba temprano por la mañana para saludar al sol con sus melodiosas notas musicales.
Su voz resonaba por toda la isla, llenando el aire de alegría y felicidad. Un día soleado, mientras saltaba y giraba al ritmo de su canción favorita, Mammott notó algo diferente en el paisaje de la isla. Entre las rocas había un monstruo peculiar llamado Pierche.
Pierche era una criatura hecha completamente de piedra y tenía una forma única que recordaba a una montaña encantada.
Mammott se acercó curioso a Pierche y le preguntó: "¿Hola! ¿Quién eres tú?"Pierche respondió con voz grave: "Soy Pierche, un monstruo hecho de piedra. No tengo la capacidad de moverme como tú". Mammott miró a Pierche con compasión y dijo: "¡Oh no te preocupes! Bailaré por los dos".
Y sin pensarlo dos veces, comenzó a moverse alrededor de Pierche en movimientos gráciles y armoniosos. La música de Mammott llenó el aire mientras saltaba sobre las rocas e invitaba a Pierche a disfrutar del baile junto a él.
Aunque no podía moverse físicamente como Mammott, Pierche comenzó a vibrar y emitir sonidos que se mezclaban con la música de Mammott, creando una sinfonía única. Los demás monstruos de la isla se habían reunido para ver el maravilloso espectáculo.
Todos quedaron maravillados al presenciar cómo Mammott y Pierche, cada uno con su propia forma de expresión, podían unirse para crear algo hermoso juntos. A medida que pasaba el tiempo, Mammott y Pierche se volvieron inseparables.
Juntos exploraron todos los rincones de la Isla Tortuga, cantando y bailando en cada rincón. Su amistad demostró que las diferencias no importan cuando hay amor y respeto mutuo. Los otros monstruos de la isla aprendieron una valiosa lección: que todos somos únicos y especiales a nuestra manera.
No importa si somos grandes o pequeños, animals o rocosos; lo importante es encontrar nuestra propia voz y compartirla con el mundo. Desde aquel día en adelante, Mammott y Pierche siguieron alegrando la Isla Tortuga con su música y baile.
Su amistad inspiró a todos los monstruos a abrazar sus diferencias y celebrar la diversidad.
Y así, esta historia nos enseña que no importa cómo seamos por fuera o nuestras limitaciones físicas; lo más importante es encontrar aquello que nos hace felices en nuestro interior y compartirlo con el mundo entero.
FIN.