La melodía de la lluvia y las cerezas
En un pequeño pueblo rodeado de árboles y ríos, vivía una niña llamada Clara. Clara era una niña curiosa, siempre explorando los alrededores de su casa y buscando aventuras en la naturaleza. Un día, mientras recorría el bosque, el cielo comenzó a oscurecerse y una lluvia suave comenzó a caer.
"Oh no, me estoy mojando", dijo Clara, mientras se cubría con sus brazos.
Pero Clara, en lugar de correr a casa, decidió disfrutar de la lluvia. Sus pies descalzos se hundieron en el barro y ella empezó a saltar de charco en charco, riendo sin parar.
Mientras saltaba, escuchó un suave murmullo que parecía venir de las ramas de los árboles. Era el viento que susurraba entre las hojas.
"¡Hola, viento!", gritó Clara, emocionada. "¿Qué me cuentas hoy?"
"Hoy tengo un secreto muy especial para ti", respondió el viento, moviendo las ramas con suavidad. "Si sigues la corriente de la lluvia, te llevará a un lugar mágico."
Intrigada, Clara decidió seguir la lluvia. Corrió bajo el cielo gris, sintiendo las gotas de agua caer sobre su cabeza. De repente, encontró algo brillante en el suelo: era una guitarra antigua, cubierta de gotas de lluvia. Clara se agachó para recogerla.
"¡Qué hermosa!", exclamó asombrada.
En ese momento, el viento sopló un poco más fuerte, haciendo que las cuerdas de la guitarra vibraran suavemente. La niña no podía resistir la tentación y comenzó a tocar suavemente mientras la lluvia caía a su alrededor.
Mientras tocaba, notó que el sonido de la guitarra se mezclaba con el ruido de la lluvia y del viento. Eso hizo que se sintiera mágica, como si todos los elementos de la naturaleza estuvieran creando una hermosa melodía.
Al terminar la canción, Clara se dio cuenta de que no estaba sola. Un grupo de pájaros se había acercado y estaba escuchando atentamente.
"¿Les gustó?", preguntó Clara, sonriendo.
"Era hermosa", piaron los pájaros, emocionados. "Si tocas de nuevo, nosotros volaremos contigo hacia el lugar mágico que prometió el viento."
Clara asintió, y una vez más comenzó a tocar la guitarra. Esta vez, los pájaros se unieron a ella, y juntos formaron un concierto en medio de la naturaleza. Mientras lo hacían, la lluvia comenzó a cesar y apareció un arcoíris en el cielo.
"¡Miren!", exclamó Clara, señalando el arcoíris. "Es tan hermoso...".
Los pájaros, emocionados por la magia del momento, decidieron que era hora de volar.
"Sigue tocando, Clara. Así te llevaremos a un lugar lleno de cerezas rojas y dulces, donde la música nunca termina", dijeron al unísono, mientras empezaban a elevarse del suelo.
Clara sintió que su corazón latía con fuerza, y el viento la acariciaba suave. Con su guitarra en mano, empezó a seguir a los pájaros, volando por el bosque como nunca había imaginado.
Pronto llegó a un lugar vibrante, lleno de cerezos en flor que cubrían el suelo con un manto de cerezas brillantes. Clara se maravilló ante la belleza del paisaje.
"¡Miren qué bonito! ¡Es un paraíso de cerezas!", gritó, llenándose los ojos de alegría.
Los pájaros se posaron en las ramas.
"Aquí, cada vez que toques la guitarra, las cerezas crecerán todavía más y harán a todos felices", dijeron con dulzura.
Clara comenzó a tocar de nuevo, y cada nota que sonaba hacía que las cerezas relucieran más y más. Pronto, se formó un grupo de animales que se unieron felices a su concierto, creando un festín de risas y melodías.
Y así fue como Clara descubrió que la música tiene el poder de unir a todos. Desde entonces, el lugar de las cerezas fue conocido como el Bosque de la Música, y Clara siempre volvía, tocando su guitarra bajo la lluvia o el sol, rodeada de amigos. La niña y sus aventuras se volvieron leyenda, y el viento, las cerezas y la guitarra siempre la acompañaron en sus melodías.
"Nunca dejes de tocar tus sueños", le decía el viento cada vez que soplaba, y Clara siempre sonreía, recordando aquel día en que la lluvia la llevó a descubrir un mundo de música y alegría.
FIN.