La melodía de Larita



Había una vez en un pequeño pueblo llamado Villa Esperanza, una niña llamada Larita.

Desde muy pequeña, Larita había tenido que enfrentar la vida sin la presencia de su papá, ya que sus padres se habían separado cuando ella era solo una bebé. Sin embargo, Larita tenía a su mamá y a su hermano mayor Martín, quien siempre estuvo ahí para cuidarla y protegerla como si fuera su propio padre.

Larita era una niña alegre y curiosa, le encantaba cantar desde pequeñita. A los 9 años empezó a escribir poemas inspirados en las historias que escuchaba de su abuelita sobre el amor y la naturaleza.

Un día, mientras paseaba por el bosque cerca de su casa, descubrió que podía componer música para acompañar sus poemas. "Martín, mira lo que encontré hoy en el bosque", dijo Larita emocionada mostrándole un cuaderno lleno de letras y melodías. "¡Wow! Esto es increíble, hermanita.

¿Sabes qué significa esto? Que tienes un talento especial para la música", respondió Martín con orgullo en sus ojos. A partir de ese momento, Larita no paró de componer canciones.

Cantaba en las reuniones familiares y en la escuela donde todos quedaban maravillados con su voz dulce y sus letras emotivas. Un día, se enteró de un concurso musical que se iba a realizar en Villa Esperanza. El premio era grabar una canción profesionalmente en un estudio de música.

Larita sintió mariposas en el estómago al pensar en participar. "¿Qué te pasa, Lari? Te noto nerviosa", preguntó Martín viendo la expresión preocupada de su hermana. "Es que me enteré de este concurso musical...

pero no sé si soy lo suficientemente buena como para participar", respondió Larita insegura. Martín tomó las manos de Larita entre las suyas y le dijo: "Lari, tú eres increíblemente talentosa. No tengas miedo de mostrarle al mundo lo que puedes hacer.

Estaremos aquí apoyándote pase lo que pase". Con estas palabras resonando en su corazón, Larita decidió inscribirse al concurso musical. Preparó una canción propia llena de sentimiento y esperanza; quería transmitir un mensaje positivo a través de su música.

El día del concurso llegó y Villa Esperanza estaba repleta de gente ansiosa por escuchar a los talentosos participantes.

Cuando llegó el turno de Larita subir al escenario, sintió mariposas revoloteando dentro de sí misma pero recordó las palabras sabias de Martín y respiró hondo antes comenzar a cantar. Su voz resonó por todo el lugar mientras tocaba delicadamente las cuerdas de su guitarra.

La audiencia quedó completamente cautivada por la belleza y sinceridad de sus letras; muchos no pudieron contener las lágrimas ante tanta emoción transmitida. Al finalizar la última nota, el silencio fue roto por aplausos atronadores y ovaciones interminables para Larita. Había logrado tocar los corazones del público con su música única e inspiradora.

Y así fue como Larita descubrió no solo su pasión por la música sino también el valor del apoyo familiar incondicional representado por Martín.

Juntos demostraron que los sueños pueden hacerse realidad cuando se tiene fe en uno mismo y se cuenta con personas amorosas a nuestro lado.

FIN.

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