La Melodía de las Estrellas



Había una vez un pequeño pueblo llamado Luminalia, donde las estrellas brillaban de una manera muy especial. Cada noche, los niños del pueblo se reunían en la plaza central para escuchar la 'melodía de las estrellas', un espectáculo mágico que llenaba sus corazones de alegría y asombro. Se decía que cada estrella tenía su propia nota musical, y cuando se alineaban, creaban una canción que sólo los más atentos podían oír.

Un día, una niña llamada Lila se decidió a descubrir el secreto detrás de esa melodía. Ella era muy curiosa y siempre preguntaba a su abuelo Martín, el sabio del pueblo. Entonces una noche, mientras todos escuchaban la melodía, Lila le preguntó a su abuelo:

"¿Cómo es que las estrellas producen música, abuelo?"

"Ay, Lila, eso es un misterio. Pero he oído que algunos dicen que las estrellas cantan cuando los corazones de los habitantes de Luminalia están llenos de amor y esperanza. No tenemos que dejar de soñar para escucharlas", respondió el abuelo sonriendo.

Movida por su curiosidad, Lila decidió que iba a escuchar la melodía de las estrellas más de cerca. Inspirada, comenzó a hacer una lista de todo lo que le hacía feliz: el olor de las flores, las risas de sus amigos, y las historias que contaba su abuelo. Con cada cosa que hacía, su corazón se llenaba un poco más y sentía que podía escuchar un suave susurro en el viento.

Una noche, antes de ir a dormir, Lila hizo un pedido a las estrellas:

"Espero que algún día me dejen escuchar su canción. ¡Quiero saber qué son exactamente!"

Desde entonces, Lila se dedicó a hacer buenas acciones. Ayudaba a su mamá en la cocina, cuidaba a los animales, y siempre compartía sus juguetes. Cada vez que hacía algo bueno, la melodía se volvía más dulce y agradable. Pero un día, la tristeza invadió Luminalia cuando una fuerte tormenta azotó el pueblo, llevándose consigo muchas cosas queridas por sus habitantes.

Todo parecía desolador y la melodía que acostumbraban a escuchar se apagó. Lila, preocupada, reunió a sus amigos en la plaza.

"¡No podemos dejar que la tristeza gane! Si hacemos juntas algo bueno, tal vez las estrellas vuelvan a cantar", propuso con entusiasmo.

"¿Y qué podemos hacer?" preguntó Tomás, un amigo de la infancia.

"Podemos ayudar a reparar lo que la tormenta destruyó. Juntaremos a todos y devolveremos a Luminalia su alegría", sugirió Lila, mirando a todos con determinación.

Así, los niños del pueblo se unieron y comenzaron a recolectar materiales, a plantar flores y a arreglar las casas. Día tras día se hacían más fuertes, y pronto, el pueblo comenzó a resplandecer de nuevo.

Una noche, cuando estaban terminando de arreglar la última casa, miraron hacia arriba y escucharon un débil murmullo. Lila, con el corazón latiendo de emoción, cerró los ojos y prestó atención. Entonces, un sonido suave comenzó a llenar el aire, parecía una linda canción que vibraba en el viento.

"¡Lo oigo, lo oigo!" exclamó Lila, saltando de alegría.

"¿Qué es eso?" preguntó Valentina, su amiga.

"¡Es la melodía de las estrellas! Creo que están agradecidas por todo lo que hicimos", respondió Lila en voz baja, mientras las lágrimas de felicidad brillaban en sus ojos.

Esa noche, todos los habitantes de Luminalia se reunieron en la plaza bajo el cielo estrellado. Juntos, empezaron a cantar. Sus voces se unieron a la melodía de las estrellas, creando una sinfonía perfecta. La música llenó sus corazones y iluminó el cielo, y cada estrella parecía brillar con más fuerza, como si aplaudieran por su esfuerzo.

"Nunca dejen de soñar y hacer el bien. Las estrellas siempre los escuchan”, dijo el abuelo Martín, emocionado.

- “¡Vamos a seguir cuidándolas y cuidándonos!" gritaron todos en unísono.

Y así, Lila y sus amigos aprendieron que la verdadera melodía de las estrellas no solo se escuchaba con los oídos, sino que también resonaba en los actos de bondad, amistad y amor. Desde ese día, cada vez que miraban al cielo, sonreían, sabiendo que la música siempre estaba con ellos, tan viva como sus corazones.

Fin.

FIN.

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