La melodía de Rosita



Había una vez en Buenos Aires una joven llamada Rosita, que trabajaba como empleada doméstica en la casa de una familia muy adinerada.

Rosita era alegre y dedicada a su trabajo, pero lo que más amaba en la vida era escuchar la música que le dedicaba su novio ecuatoriano por la radio todas las tardes.

Un día, mientras Rosita estaba limpiando el living de la casa, sonó el teléfono y su jefe la llamó para pedirle que fuera a ayudarlo con unas cajas pesadas que necesitaba mover. Rosita suspiró con tristeza al pensar que se perdería la canción especial que su novio siempre le dedicaba a esa hora.

Sin embargo, decidió ponerse manos a la obra y fue a ayudar a su jefe con las cajas. Mientras trabajaban juntos, él notó lo preocupada que estaba Rosita y le preguntó qué le pasaba.

Ella le contó sobre la canción especial de su novio y cómo no podría escucharla ese día debido al trabajo. El jefe de Rosita sintió empatía por ella y decidió hacer algo especial.

Rápidamente encendió su teléfono móvil, buscó la canción en internet y puso los auriculares en los oídos de Rosita para que pudiera escucharla mientras seguían trabajando. Rosita se emocionó hasta las lágrimas al escuchar la melodía familiar y recordar todo el amor que compartía con su novio ecuatoriano. Agradecida, terminaron de realizar el trabajo juntos.

Al finalizar el día, cuando todos estaban relajados en casa, el jefe de Rosita sorprendió a todos tocando guitarra mientras ella cantaba la canción que tanto amaba. Fue un momento mágico lleno de alegría y conexión entre todos los presentes.

Desde ese día, Rosita aprendió una valiosa lección: aunque las circunstancias parezcan impedirnos disfrutar de algo importante para nosotros, siempre habrá personas dispuestas a ayudarnos para hacerlo posible.

Y así siguió disfrutando cada tarde de las hermosas melodías dedicadas por su amado novio ecuatoriano. Y colorín colorado, esta historia llena de solidaridad ha terminado.

FIN.

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