La Melodía del Bosque
Érase una vez en un pequeño pueblo rodeado de colinas verdes y bosques frondosos, un joven guitarrista llamado Mateo. Con su guitarra de madera hecha a mano por su abuelo, Mateo pasaba horas tocando melodías en su rincón favorito, bajo un viejo sauce que susurraba historias al viento.
Un día, mientras ensayaba, se le acercó su amiga Sofía, una niña llena de curiosidad.
"Mateo, ¿qué estás tocando hoy?"
"Estoy intentando escribir una canción, pero no me sale nada bueno".
"¡Vamos, dale! Estoy segura de que vas a componer algo hermoso".
Motivado por la confianza de Sofía, Mateo comenzó a escribir una canción sobre la naturaleza, los pájaros y las estrellas. Cuando terminó, se sintió muy emocionado.
Decidido a compartir su creación, Mateo pensó: "La llevaré a la Feria de la Música que se celebrará en el pueblo".
"¿Te imaginas? Sería increíble tocar frente a todos y que mi canción suene en cada rincón".
"¡Sí! Deberías hacerlo, Mateo. Eres muy talentoso".
Finalmente, llegó el día de la Feria. El parque se llenó de colores, familias y risas. Mateo se inscribió para presentarse en el escenario principal. Mientras veía a otros músicos tocar, sintió un nudo en el estómago.
"Sofía, ¿y si no les gusta?"
"Pero ¿y si les encanta? Tienes que intentarlo, para eso ensayaste tanto".
Inspirado por las palabras de su amiga, Mateo subió al escenario. Con su guitarra en mano, respiró hondo y comenzó a tocar. Su canción hablaba sobre un pequeño pájaro que surcaba el cielo azul. Las notas flotaban en el aire como un suave susurro, y poco a poco, el público se fue sumergiendo en su melodía.
Sin embargo, en medio de su interpretación, una tormenta inesperada comenzó a desatarse. El viento soplaba con fuerza y las nubes oscuras cubrieron el sol.
"No puede ser" se lamentó Mateo, mientras el público comenzó a dispersarse.
Pensando que todo había terminado, Mateo se sintió devastado.
"Lo hice mal, Sofía. Nunca podré tocar de nuevo".
"No te rindas, Mateo. ¡La música no se detiene!" le respondió Sofía.
En ese preciso momento, la pequeña Sofía tomó su tambor y comenzó a tocar con alegría, invitando a otros niños a unirse. El ritmo contagioso hizo que la gente que se había refugiado bajo los árboles regresara al escenario.
"¡Vamos, Mateo! ¡Toca de nuevo!" gritaron entusiasmados.
Mateo, emocionado por el apoyo, decidió seguir tocando a pesar de la tormenta. La música llenó el aire y todos comenzaron a cantar junto a él.
"Esta es nuestra oportunidad, ¡hagamos que la música resuene!".
Las gotas de lluvia cayeron, pero nadie se importó; el bosque brotaba con vida y los truenos se convirtieron en parte del ritmo. La gente comenzó a bailar, riendo y disfrutando del momento. La melodía de Mateo abrazaba a todos.
Al finalizar su actuación, el público estalló en aplausos. Mateo no podía creerlo.
"¡Lo logré!" gritó con felicidad.
"Lo sabías, solo tenías que creer".
"Gracias, Sofía. Sin ti no lo hubiese intentado".
La historia de Mateo y su canción se convirtió en leyenda en el pueblo, y ese día aprendieron que la música siempre encuentra un camino, y que la verdadera magia está en compartirla con otros, incluso en las tormentas.
Desde entonces, Mateo siguió tocando y compositores comenzaron a llamarlo "El Guitarrista del Bosque". Su canción se hizo famosa y en cada nueva presentación un grupo de niños siempre estaba listo para acompañarlo con sus propios instrumentos.
Así, cada año, en la Feria de la Música, al llegar la tormenta, todos recordaban el día en que la música unió al pueblo, sin importar las nubes que pudieran venir. Y Mateo nunca dejó de soñar con crear más melodías, siempre acompañado por su fiel amiga Sofía.
FIN.