La Melodía del Faro
En una pintoresca isla de Noruega, donde las olas del mar acariciaban las rocas con suavidad, vivía Elin, un guitarrista talentoso y soñador. Elin amaba su guitarra más que nada en el mundo y pasaba horas tocando mientras contemplaba la belleza del paisaje que lo rodeaba. Sin embargo, había un problema: llevaba semanas sin poder componer una nueva canción y su guitarra comenzaba a acumular polvo.
Una mañana, mientras paseaba por la costa para despejar su mente, Elin escuchó un extraño susurro que parecía venir del faro, un antiguo edificio que se alzaba majestuoso sobre la isla. Intrigado, se acercó y vio a una anciana sentada en un banco de madera, mirando fijamente hacia el horizonte.
- “¿Qué estás haciendo aquí, abuela? ” - le preguntó Elin con curiosidad.
- “Buscando inspiración, querido. A veces, la música llega en los lugares más inesperados” - respondió la anciana con una sonrisa.
Elin se sentó junto a ella, compartiendo un momento en silencia. Mientras miraban juntos el mar, algo brilló en el fondo del agua. Era un objeto pequeño que se movía de un lado a otro.
- “¿Ves eso? ” - dijo la anciana señalando el objeto. - “A veces, la respuesta a nuestras preguntas está justo frente a nosotros, solo necesitamos tener el valor de buscar.”
Con esas palabras resonando en su mente, Elin decidió explorar el agua. Con la ayuda de la abuela, se armó de coraje y se lanzó al mar, nadando hacia el destello misterioso. Al llegar, descubrió que era una pequeña concha, pero en su interior había algo aún más asombroso: una nota musical flotando, como si hubiera sido escrita por las olas.
- “Esto es increíble” - exclamó Elin, sosteniendo la nota entre sus manos. - “No sé cómo explicarlo, pero siento que tiene un significado.”
Regresó rápidamente al faro, donde la anciana lo esperaba con una sonrisa.
- “La música nunca se detiene, hijo. A veces, las notas pueden llegar a nosotros desde el fondo del océano o de los lugares más recónditos.”
Elin, inspirado por la experiencia, decidió tocar la nota en su guitarra. ¡Y para su sorpresa, la melodía resonó hermosamente! Era una combinación de los sonidos del mar y el viento, una combinación única que llenó el aire.
A medida que tocaba, la música comenzó a atraer a los niños de la isla, que se acercaron al faro, intrigados por la hermosa melodía. Uno de los niños, llamado Lars, se animó a bailar mientras los demás lo seguían, creando una pequeña fiesta improvisada en la playa.
- “Esto es genial, Elin” - dijo Lars. - “Nunca había escuchado algo así. ¿Puedes crear más canciones? ”
- “Claro, Lars. La música se crea con lo que sentimos y lo que vivimos. Hoy aprendí que a veces solo hay que dejarse llevar” - respondió Elin sonriendo.
Así, con cada acorde, Elin encontró la inspiración que tanto había anhelado. La isla vibraba con su música y, de repente, casi como por arte de magia, volvió a sentir la chispa de la creatividad.
El día terminó con la puesta de sol, y Elin sabía que había encontrado no solo una nueva melodía, sino también el mensaje más importante de todos: la inspiración puede venir de los lugares más inesperados, solo hay que estar abierto a ella.
FIN.