La Melodía Encantada
Había una vez, en un reino muy lejano, una princesa llamada Domínga. Ella vivía en un hermoso castillo rodeado de jardines llenos de flores y árboles frutales.
Cuando Domínga cumplió 17 años, decidió explorar los rincones secretos de su castillo. Un día soleado, mientras paseaba por el jardín principal del castillo, Domínga se tropezó con algo inesperado: ¡un príncipe azul! El príncipe se llamaba Erick y también tenía 17 años.
Era alto, apuesto y tenía unos ojos tan azules como el cielo. Domínga quedó sorprendida al ver a alguien tan especial en su jardín. Se acercó lentamente hacia Erick y le preguntó: "Disculpa, ¿quién eres tú?". Erick sonrió amablemente y respondió: "Soy el príncipe Erick.
Me he perdido en este bosque encantado y me encontré con tu hermoso jardín". Domínga quedó fascinada por la historia del príncipe. Decidió ayudarlo a encontrar su camino de regreso a casa.
Juntos comenzaron a recorrer los senderos del castillo en busca de pistas que los llevaran hasta el reino del príncipe. Mientras caminaban, Domínga descubrió que Erick era un joven valiente y amable.
Tenía una gran pasión por la música y tocaba varios instrumentos maravillosamente bien. "Eso es increíble", dijo Domínga emocionada-. "Yo también amo la música". A partir de ese momento, los dos se volvieron inseparables. Pasaron días y noches compartiendo sus canciones favoritas y creando música juntos.
Domínga enseñó a Erick sobre el reino y las costumbres de su gente, mientras que él le mostró cómo tocar diferentes instrumentos.
Un día, mientras exploraban un antiguo laberinto en el castillo, encontraron un mapa misterioso que indicaba la ubicación de un tesoro escondido. Domínga y Erick decidieron embarcarse en una aventura para encontrarlo. Siguiendo las pistas del mapa, llegaron a un bosque oscuro y frondoso. Caminaron durante horas hasta que finalmente llegaron a una cueva secreta.
Dentro de la cueva encontraron el tesoro: una caja llena de libros antiguos con historias mágicas. Domínga abrió uno de los libros y comenzó a leer en voz alta una historia sobre la importancia de seguir tus sueños y nunca rendirse.
Mientras leía, ambos se dieron cuenta de que habían encontrado algo más valioso que cualquier tesoro material: habían descubierto su verdadera pasión por la música y la amistad. Llenos de emoción, regresaron al castillo para compartir su hallazgo con todos.
Desde ese día, Domínga y Erick organizaron conciertos musicales para alegrar el corazón del pueblo. La princesa cantaba hermosas melodías mientras el príncipe tocaba su guitarra azul.
El reino entero se llenó de alegría gracias a la música de Domínga y Erick. Los niños bailaban felices al ritmo de sus canciones inspiradoras, mientras los adultos sonreían y aplaudían con entusiasmo.
La princesa Domínga y el príncipe Erick demostraron que la música puede unir a las personas, sin importar de dónde vengan o quiénes sean. Su amistad y su amor por la música iluminaron el reino para siempre, convirtiéndolo en un lugar mágico donde los sueños se hacían realidad.
Y así, la historia de Domínga y Erick se convirtió en una leyenda que se contaba de generación en generación, inspirando a todos a seguir sus pasiones y encontrar la magia en las cosas más simples de la vida.
FIN.