La melodía mágica de Marisol
Había una vez una bruja muy especial llamada Marisol. A diferencia de las brujas malvadas que todos conocemos, Marisol era dulce, amigable y siempre estaba dispuesta a ayudar a los demás.
Un día, mientras Marisol paseaba por el bosque encantado, encontró un viejo almacén lleno de instrumentos musicales. Había cascabeles, panderos y maracas de todos los colores y tamaños. Marisol no pudo resistirse a la tentación y decidió llevarse algunos instrumentos para divertirse en su casa.
Cuando llegó a su hogar, Marisol se sentó cómodamente en su sillón favorito y comenzó a tocar el cascabel con mucha alegría. Haciendo sonar el cascabel al ritmo de su risa contagiosa, la bruja disfrutaba cada melodía que creaba.
Después de un rato tocando el cascabel, Marisol decidió tomar el pandero y empezar a golpearlo suavemente con sus manos. El sonido del pandero se mezclaba perfectamente con el cascabel, creando una armonía única que llenaba la habitación.
Pero la diversión aún no había terminado. La curiosidad invadió a Marisol y tomó las maracas para agregarlas al concierto improvisado que estaba creando. Cada movimiento de sus manos hacía retumbar las maracas con un ritmo pegajoso y animado.
Marisol se emocionó tanto con los sonidos que estaba generando que decidió hacer algo audaz: ¡tocar todos los instrumentos juntos! Tomó el cascabel en una mano, sosteniendo el pandero en la otra, mientras agitaba las maracas con entusiasmo.
El resultado fue mágico. Los sonidos se fusionaron en una melodía perfecta, llena de alegría y energía. Marisol estaba encantada con lo que había logrado y no pudo evitar reírse de felicidad.
Pero lo más sorprendente fue que su música mágica comenzó a extenderse por todo el bosque. Los animales se acercaron para escuchar y bailar al ritmo de los instrumentos de Marisol. Pájaros, conejos e incluso ranas se unieron a la fiesta musical.
Marisol descubrió que su talento para tocar los instrumentos no solo le traía diversión personal, sino también alegría a todos los que la rodeaban. Con cada canción que creaba, el corazón de las personas y animales se llenaba de felicidad y esperanza.
A partir de ese día, Marisol decidió compartir su pasión musical con todos aquellos que necesitaran un poco de alegría en sus vidas.
Organizó conciertos en el bosque encantado donde tocaba sus instrumentos mágicos y contagiaba a todos con su energía positiva. La historia de la bruja Marisol nos enseña que nunca debemos tener miedo de explorar nuestras pasiones y compartirlas con el mundo.
A veces, algo tan simple como tocar un instrumento puede tener un impacto enorme en la vida de los demás. Y así, gracias a la valentía y creatividad de Marisol, el bosque encantado siempre estuvo lleno de música y sonrisas.
FIN.