La Melodía Perdida de la Isla



En una lejana isla de Noruega, donde las montañas se encuentran con el mar, un joven guitarrista llamado Lars soñaba con ser el mejor compositor del mundo. Con su guitarra de madera desgastada, pasaba días y noches tratando de crear una melodía que maravillara a todos. Sin embargo, por más que lo intentaba, se había quedado sin ideas y la frustración lo invadía.

Un día, mientras paseaba por la orilla, escuchó un susurro en el viento. "¡Lars! ¡Lars!" – decía la voz. Al principio, pensó que era su imaginación, pero el eco del llamado lo hizo detenerse. Miró a su alrededor, pero no había nadie. El mar estaba en calma y las gaviotas volaban alegremente.

"¿Quién me llama?" - gritó, sintiéndose un poco tonto. Sin embargo, la voz continuó, clara como el agua del fiordo. "Soy el Espíritu de la Isla. Existe una melodía oculta, pero solo los valientes pueden encontrarla."

Intrigado, Lars decidió seguir el llamado. Así, se adentró en el bosque encantado que cubría gran parte de la isla. Los árboles estaban cubiertos de musgo y, de repente, sentía que las hojas susurraban pequeñas canciones. "¿Dónde puedo encontrar esa melodía?" - preguntó.

La voz le contestó: "Sigue el sendero hasta la cueva de los ecos. Allí encontrarás lo que buscas, pero debes estar preparado para escuchar con el corazón."

Lars siguió el sendero, y después de caminar un buen rato, llegó a una entrada oscura y misteriosa. Con su guitarra en la espalda, entró en la cueva. Al principio, todo era silencio, pero pronto, eco de su guitarra resonó en las paredes. "¿Por qué no suena mi música?" - se quejó, frustrado.

Justo en ese momento, el eco le respondió: "Tu melodía es como el viento; necesita ser liberada. Deja que tus sentimientos fluyan."

Lars recordó cómo había aprendido a tocar su guitarra. "Solo debo ser sincero con lo que siento."

Así que comenzó a tocar una suave canción que hablaba de su amor por la isla, de sus paisajes y de sus sueños. A medida que interpretaba, las paredes de la cueva comenzaron a vibrar. Los ecos de su música se mezclaban y creaban una armonía mágica.

De pronto, una luz brillante surgió del fondo de la cueva. Al acercarse, Lars vio una figura etérea que danzaba con el ritmo de su guitarra. Era una hermosa hada hecha de notas musicales.

"He venido a liberarte, joven guitarrista. Tienes un gran talento y una historia por contar. Tu música siempre ha estado en ti, solo debías dejarla fluir."

Emocionado, Lars continuó tocando, y la hada comenzó a cantar. La melodía era dulce y envolvente, y juntos crearon una canción que nunca antes se había escuchado. Cuando terminaron, la cueva se llenó de luz, y Lars se dio cuenta de que había encontrado la melodía que tanto buscaba.

"Recuerda, Lars – dijo el hada antes de desvanecerse – la música nace de tus sentimientos. No tengas miedo de ser tú mismo."

Con el corazón lleno de alegría, Lars regresó a la aldea. Al llegar, reunió a todos y les contó lo que había vivido. Les enseñó la nueva canción que había creado, y juntos la cantaron bajo la luna llena. Desde ese día, jamás se sintió sin ideas, pues siempre llevaba en su corazón la melodía de la isla.

Y así, el joven guitarrista encontró su camino. La isla siempre lo inspiraba, y la música se convirtió en el lenguaje de su alma, un regalo que nunca dejaría de compartir.

FIN.

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