La Merienda Mágica
Era un día soleado en la escuela Japón y los alumnos de segundo año estaban emocionados por el recreo. Lucía había traído unas galletas de chocolate que había hecho su abuela, y Martín había traído un sándwich de mermelada que hizo su mamá. Como siempre, el patio estaba lleno de risas, juegos y carreras.
Cuando todos se sentaron a merendar, Lucía abrió su tupper lleno de galletas.
"¡Mirá qué galletas más ricas, Martín! ¿Querés una?" - le ofreció Lucía con una sonrisa.
Martín, con la boca llena de sándwich, la miró y dijo:
"Nah, yo prefiero mi sándwich. ¡Pero me gustaría probar una de tus galletas!"
Lucía, con un brillo travieso en los ojos, respondió:
"Si querés una, tenés que intercambiarla por tu sándwich."
Martín pensó que eso era un gran trato, así que aceptó, a pesar de que en el fondo no quería deshacerse de su merienda. Entonces, comenzó la negociación.
"Bueno, ¿qué tal si te doy tres mordiscos de mi sándwich por una galleta?" - propuso.
Lucía se quedó sorprendida. Después de unos momentos de silencio, ella refunfuñó:
"¡No! Eso no es justo. ¡Yo quiero tu sándwich entero!"
Martín levantó la voz, parcamente ofendido.
"No voy a darte mi sándwich entero. ¡No te puedo dejar sin merienda!"
La discusión se tornó más intensa, y en un abrir y cerrar de ojos, Lucía le dio un pequeño empujón a Martín y él, enojado, le tiró una galleta. La galleta voló por el aire y, justo en ese momento, el maestro Marco pasó junto a ellos.
"¡Alto ahí!" - gritó el maestro.
Llevó a los dos a la dirección, donde la directora, la señora Yamamoto, los estaba esperando.
"¿Qué pasó aquí? ¡Cuéntenme!" - preguntó la señora Yamamoto, cruzando los brazos.
Lucía y Martín se quedaron callados unos momentos, evitando mirarse. Finalmente, fue Lucía quien habló.
"Nos peleamos por la merienda."
"Por culpa de las galletas y el sándwich..." - añadió Martín, todavía molesto.
"Entiendo que a veces las cosas pueden calentarse entre amigos, pero pelearse no es la solución" - dijo la directora. "¿Qué tal si hacemos un trato?"
Lucía y Martín se miraron con curiosidad.
"Quiero que piensen en algo que puedan hacer juntos para resolver esto. ¿Qué tal si organizan un almuerzo especial la próxima semana donde cada uno traiga algo para compartir?"
Los dos pensaron en esto y, aunque al principio se mostraron reticentes, de a poco comenzaron a sonreír.
"¿Podemos hacer un picnic en el parque?" - sugirió Martín.
"¡Sí! Yo puedo llevar galletas y tú los sándwiches de mermelada!" - exclamó Lucía emocionada.
La señora Yamamoto sonrió.
"Excelente idea. ¡Ahora se dan la mano y se prometen no pelear más por la merienda!"
Ambos, un poco todavía incómodos, se dieron la mano.
"Lo prometo. No volveré a pelearme por la merienda" - dijo Martín.
"Y yo tampoco" - añadió Lucía.
El maestro Marco y la señora Yamamoto sonrieron orgullosos.
"Recuerden que siempre se puede encontrar una solución. No importa lo que pase, siempre pueden hablar y llegar a un acuerdo" - dijo el maestro.
Con eso, Lucía y Martín salieron contentos de la dirección, sintiéndose más como amigos que antes.
El siguiente viernes, la clase tuvo su picnic en el parque y fue una gran fiesta. Todos los amigos compartieron sus meriendas y disfrutaron de un hermoso día al aire libre. Desde entonces, Lucía y Martín nunca más se pelearon por la merienda, y siempre encontraron maneras creativas de compartir, haciendo que cada recreo fuera especial.
Así aprendieron que la amistad siempre debe ser más valiosa que cualquier bocadillo.
FIN.