La meta de Erick



Había una vez en un pequeño pueblo de Argentina, un niño llamado Erick que desde muy chico soñaba con convertirse en el mejor jugador de fútbol del mundo.

Todos los días, luego de la escuela, corría a la plaza del pueblo para practicar sus habilidades con el balón. Un día, mientras Erick entrenaba, se acercó a él un hombre mayor que resultó ser un exjugador profesional.

El hombre vio el potencial de Erick y decidió entrenarlo para pulir su talento. Desde ese momento, comenzaron a trabajar juntos todos los días, enfocándose en mejorar cada aspecto del juego de Erick. Con el tiempo, llegó el día del torneo intercolegial donde equipos de diferentes localidades competirían.

Erick y su equipo llegaron a la final y gracias a su habilidad en el campo lograron alzarse con la victoria. Su actuación no pasó desapercibida y pronto empezaron a llegar ofertas de clubes importantes.

"¡Erick! ¡Te estamos esperando en nuestra academia para formarte como jugador profesional!", exclamó emocionado el representante de uno de los clubes más reconocidos del país. Erick no podía creerlo, su sueño estaba cada vez más cerca de hacerse realidad.

Se mudó a la ciudad donde se encontraba la academia y comenzó su formación intensiva como futbolista profesional. Los primeros meses fueron duros, con entrenamientos exigentes y mucha competencia, pero Erick nunca perdió la determinación ni la pasión por lo que amaba.

Pasaron los años y finalmente llegó el momento tan esperado: Erick debutaría en el equipo titular en un partido importante. Las gradas estaban llenas de fanáticos ansiosos por verlo jugar.

El partido estaba empatado y faltaban pocos minutos para que terminara cuando llegó el momento crucial. Con un pase magistral de su compañero, Erick tuvo la oportunidad perfecta para marcar el gol decisivo. Respiró hondo, concentrado en el balón que se acercaba velozmente hacia él.

Con un remate impecable mandó la pelota al fondo de la red desatando la euforia entre los espectadores. El árbitro pitó fin del partido y el equipo de Erick había ganado gracias a su gol.

Fue llevado en hombros por sus compañeros mientras los cánticos resonaban en todo el estadio. Esa noche, en medio de celebraciones y felicitaciones, Erick recordó aquellos días en la plaza del pueblo donde todo comenzó.

"Nunca imaginé llegar tan lejos", dijo emocionado mirando al cielo estrellado. Y así fue como aquel niño llamado Erick se convirtió no solo en el mejor jugador del mundo sino también en una inspiración para todos aquellos que persiguen sus sueños con pasión y dedicación.

FIN.

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