La misión de Álvaro y sus amigos mágicos
Había una vez en un bosque encantado, un grupo de caballos liderados por Álvaro, el más valiente y sabio de todos.
Álvaro era conocido por ser un leñador excepcional y por su gran amor hacia la naturaleza y los animales. Un día, mientras caminaba por el bosque, encontró algo inusual: un huevo de dragón y otro de unicornio. Álvaro sabía que esos huevos eran muy especiales y decidió llevarlos al refugio donde vivían los caballos.
Cuando llegó, todos se sorprendieron al ver los huevos y comenzaron a debatir qué hacer con ellos.
Algunos pensaban que debían romper los huevos para evitar cualquier peligro, pero Álvaro les explicó que debían tener fe en la magia de la naturaleza. "Creo que estos huevos son un regalo del bosque, no podemos dañarlos", dijo Álvaro con determinación. Los días pasaron y finalmente los huevos empezaron a eclosionar.
Del huevo de dragón salió un pequeño dragón rojo llamado Fuego, mientras que del huevo de unicornio nació una hermosa cría blanca llamada Estrella. Los caballos estaban maravillados con las nuevas criaturas en su hogar. Con el tiempo, Fuego y Estrella se convirtieron en grandes amigos de los caballos.
Fuego les enseñaba a volar entre los árboles con cuidado, mientras que Estrella compartía su magia curativa con aquellos que lo necesitaban. Todos juntos formaron una familia única en el bosque.
Un día, una terrible tormenta azotó el bosque dejando muchos árboles caídos y animales heridos. Los caballos no sabían cómo ayudar hasta que Fuego tuvo una brillante idea.
"¡Vamos a trabajar juntos! Nosotros podemos cortar los árboles caídos para limpiar el camino mientras Estrella cura a los animales heridos", propuso Fuego emocionado. Y así fue como todos se pusieron manos a la obra. Los caballos cortaban troncos con sus fuertes patas mientras Fuego quemaba las ramas más pequeñas para despejar el camino.
Por otro lado, Estrella usaba su cuerno mágico para sanar a cada animal lastimado. Gracias al trabajo en equipo y la solidaridad entre todas las criaturas del bosque, lograron restaurar la armonía perdida después de la tormenta.
Desde ese día, los caballos aprendieron que la verdadera fuerza radica en la unidad y el respeto hacia todos los seres vivos.
Y así, Álvaro junto a sus amigos equinos, dragón y unicornio demostraron que cuando nos unimos con amor y respeto podemos superar cualquier obstáculo que se presente en nuestro camino.
FIN.