La misión de la abeja y el saltamontes


Había una vez en un campo lleno de flores de todos los colores y tamaños, donde vivían la abeja Margarita y el saltamontes Tito.

La abeja Margarita era muy trabajadora, siempre volando de flor en flor recolectando néctar para hacer miel, mientras que el saltamontes Tito era muy curioso y le encantaba explorar cada rincón del campo. Un día soleado, la abeja Margarita estaba recolectando néctar cuando escuchó a lo lejos la risa del saltamontes Tito.

Se acercó volando y lo encontró saltando de hoja en hoja con una sonrisa enorme en su rostro. "¡Hola Margarita! ¿Quieres jugar conmigo? ¡Es un día tan hermoso!" -dijo Tito emocionado.

"¡Hola Tito! Claro que sí, pero primero tengo que terminar de recolectar néctar para llevarlo a la colmena. ¿Por qué no me ayudas?" -respondió Margarita amablemente. "¡Claro que sí! ¡Será divertido trabajar juntos!" -exclamó Tito emocionado. Así fue como Margarita y Tito se pusieron a trabajar juntos.

Mientras Margarita recolectaba néctar de las flores, Tito ayudaba llevando las gotitas más dulces en su lomo hasta la colmena. Juntos formaron un gran equipo, riendo y charlando mientras trabajaban bajo el cálido sol.

De repente, mientras estaban ocupados trabajando, una nube oscura cubrió el cielo y comenzaron a escucharse truenos a lo lejos.

La abeja Margarita se puso nerviosa porque sabía que pronto iba a llover y no quería que se mojara todo el néctar recién recolectado. "¡Tito, rápido! ¡Tenemos que apurarnos antes de que empiece a llover!" -gritó Margartia preocupada. "Tranquila amiga, yo te ayudo. Vamos juntos con toda nuestra velocidad" -dijo decidido el saltamontes Tito.

Así fue como los dos amigos se esforzaron al máximo para llevar todas las gotitas de néctar a salvo hasta la colmena antes de que empezara a llover. Justo cuando entraban corriendo a resguardarse, las primeras gotas comenzaron a caer del cielo.

Dentro de la colmena, seguros y secos, Margatira y Tito se miraron con una sonrisa enorme en sus rostros. Habían logrado salvar toda la cosecha gracias a su trabajo en equipo y solidario.

"¡Gracias por tu ayuda, querido amigo! Juntos pudimos lograrlo" -agradeció Margatira emocionada. "Y gracias a ti por enseñarme lo importante que es colaborar y trabajar juntos para superar cualquier desafío" -respondió Tito felizmente.

Desde ese día en adelante, la abeja Margatira y el saltamontes Tio siguieron siendo grandes amigos inseparables en el campo de flores multicolores; aprendiendo siempre uno del otro sobre valores como solidariadad, colaboraciony amistad verdadera.

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