La Misión de la Clase de Arcoíris
En el cole Josefina Carabias, ubicado en la hermosa sierra de Madrid, todos los días eran una nueva aventura para la clase de arcoíris, formada por 17 niños y 12 niñas. Un soleado día de primavera, la maestra Florencia reunió a todos en el patio.
- “¡Atención, clase! Hoy tenemos una misión especial,” dijo con voz entusiasta.
Los niños y niñas se miraron con curiosidad.
- “¿Qué misión, Miss Flor? ” preguntó Lucas, uno de los más aventureros del grupo.
- “La brújula de la escuela ha desaparecido. Sin ella, no podemos hacer nuestras excursiones ni explorar. Necesitamos su ayuda para encontrarla,” explicó la maestra.
- “¡Estamos listos! ” gritó Sofía, una de las niñas más valientes.
Con un mapa en mano y un gran espíritu de equipo, la clase se distribuyó por el colegio. Un grupo se quedó en la biblioteca, otro buscó en el aula de arte y varios exploraron el patio. Mientras buscaban, comenzaron a hacer preguntas.
- “¿Cuándo fue la última vez que la vimos? ” se preguntó Mateo, intentando recordar.
- “Creo que la vimos en el aula de ciencias cuando estábamos aprendiendo sobre navegación,” contestó Valentina.
Pero al ir al aula de ciencias, se encontraron con un misterio: la brújula no estaba allí.
- “¿Y si alguien la tomó por accidente? ” propuso Javier.
El grupo decidió formar equipos para interrogar a los demás grados del colegio, mientras un grupo se quedó despejando dudas. Pronto las pistas los llevaron a la zona del jardín del colegio.
A medida que se adentraban, escucharon un extraño sonido.
- “¿Qué fue eso? ” preguntó Renata, mirando preocupada.
- “¡Vamos a ver! ” dijo Tomás, lleno de valentía. Se acercaron a un arbusto y, para su sorpresa, encontraron a un pequeño zorro atrapado en una rama.
- “¡Pobrecito! Tenemos que ayudarlo,” exclamó Lucía, preocupada por el animalito.
- “Pero, ¿y la brújula? ” recordó Nicolás, un poco escéptico.
- “Podemos ayudar al zorro y seguir buscando después,” sugirió Sofía.
Todos estuvieron de acuerdo y se pusieron a trabajar. Con cuidado, lograron liberar al zorro.
- “Gracias, pequeños humanos,” dijo el zorro, sorprendentemente, hablando con voz amigable.
Todos se quedaron boquiabiertos.
- “¡Puedo ayudarles a encontrar su brújula! ” continuó el zorro con una sonrisita.
- “¿De verdad? ¿Cómo podes ayudarnos? ” inquirió Mateo, entusiasmado.
El zorro se puso en marcha, tomando lead por un sendero que nunca habían notado antes. El grupo lo siguió con gran expectativa y, al llegar a la cima de una pequeña colina, se encontraron con una cueva.
- “La brújula está dentro, pero cuidado, hay que ser valientes,” advirtió el zorro.
Los niños se lucieron entre risas y murmullos de emoción. Entraron a la cueva con linternas, iluminando las paredes brillantes hasta encontrar una pequeña mesa, y allí estaba: ¡la brújula!
- “¡Lo logramos! ” gritaron todos juntos, saltando de alegría.
Mientras celebraban, el zorro les dijo:
- “Recuerden que la verdadera aventura no está solo en encontrar tesoros, sino en ayudar a otros y trabajar en equipo.”
Los chicos se miraron y entendieron. No solo encontraron un objeto perdido, sino también una valiosa lección sobre la solidaridad y el trabajo en equipo.
Decidieron despedirse del zorro, quien desapareció en el bosque. Regresaron a la escuela con la brújula en mano, listos para seguir explorando, pero esta vez, siempre recordando que el mejor camino es aquel que se recorre juntos.
Y así, la clase de arcoíris celebró su misión, orgullosos de su valentía y de haberse ayudado mutuamente. Desde aquel día, cada aventura fue inolvidable, y siempre llevaron en sus corazones la lección más importante de todas: la amistad.
FIN.